Wall Street vivió ayer la sesión más disparatada de las dos últimas díécadas, con un desplome repentino que llegó a superar el 9% en los principales índices, la mayor caída desde el viernes negro de 1987, y una recuperación posterior que dejó la caída final en el 3,2% para el Dow Jones, el 3,24% para el S&P 500 y el 3,44% para el Nasdaq. A pesar de esta remontada, es la mayor caída diaria desde el 29 de septiembre de 2008.
La causa del hundimiento repentino de la bolsa parece haber sido un error ortográfico en una orden de venta sobre Procter & Gamble, donde un operador puso "billion" (mil millones) donde debía escribir "million" (millón). En todo caso, tampoco parece un error tan grave, pero sumado a distintos rumores sobre el empeoramiento de la crisis de la deuda europea, encontró el caldo de cultivo adecuado en el nerviosismo que atenaza a los mercados, y provocó el pánico. Las operaciones automatizadas de alta frecuencia tambiíén podrían haber contribuido al desplome.
Despuíés de lo ocurrido, es muy difícil anticipar que puede hacer hoy Europa. Si se queda con la remontada final, podemos tener una apertura relativamente tranquila, pero si se aferra al mensaje de pánico y de vulnerabilidad del mercado, no sería extraño ver una profundización de las caídas por debajo de los importantes soportes en los que se encuentran nuestros mercados.
Afortunadamente para los alcistas, hoy tendremos varias noticias potencialmente positivas: la votación en Alemania del plan de rescate de Grecia y el dato de paro de abril en EEUU, para el que se espera una aceleración de la creación neta de empleo hasta 187.000 trabajadores.
En otros mercados, el euro se hundió hasta casi 1,25 dólares, aunque posteriormente recuperó los 1.26. El petróleo acusó esta caída con un descenso hasta 77,11 dólares, pero el oro se disparó como valor refugio hasta casi 1.200 dólares. Los bonos tambiíén subieron con mucha fuerza en medio de la debacle bursátil, con lo que su rentabilidad se desplomó hasta el 3,4%.
