El plan de rescate del euro aprobado este fin de semana por los ministros de Economía de la UE contiene una medida que ha pasado bastante desapercibida entre las grandes cifras del paquete pero que es vital para la banca española: una inyección de liquidez extraordinaria a seis meses por parte del BCE que permitirá afrontar con tranquilidad los vencimientos de deuda que encaran nuestras entidades a corto plazo.
La gran espada de Damocles que pende sobre toda la banca europea es el vencimiento de la inyección de liquidez a 12 meses realizada a finales de junio del año pasado por importe de 442.000 millones, que supone el grueso de la liquidez actual en el sistema financiero. Ahora podrán aplazar otros seis meses este pago gracias a la resurrección de la barra libre de Trichet (la inyección extraordinaria concederá todo lo que pidan las entidades financieras). Además, bancos y cajas deben hacer frente a 75.884 millones de deuda mayorista que vencen este año, según estimaciones de Moody's.
De hecho, en buena medida las medidas aprobadas este fin de semana han estado motivadas por una nueva contracción de la liquidez de las entidades financieras que amenazaba con provocar una crisis similar a la de octubre de 2008; no hay que olvidar que lo que se llevó por delante a los principales bancos del mundo no fue la falta de solvencia, sino de liquidez. "No somos conscientes, pero hemos estado a punto de vivir una situación similar a la de 2008, que habría hundido de nuevo a la banca", asegura un gestor de un fondo español especializado en el sector financiero.
Como pruebas de esta crisis, un informe de Morgan Stanley señala la subida estratosfíérica del diferencial entre el Libor (tipo interbancario de Londres para el mercado europeo) y el tipo equivalente en EEUU (OIS) durante la semana pasada. Esta subida estuvo provocada por una demanda ríécord de liquidez por parte de la banca europea, que además se lanzó en busca de dólares por los temores a un derrumbe del euro. De ahí que el BCE abriera este fin de semana una línea especial de financiación en dólares.
Otra evidencia de esta escasez de liquidez es la fortísima demanda, de más de 120.000 millones, registrada ayer en la subasta de liquidez a una semana celebrada por el instituto emisor.
La banca española, muy dependiente del BCE
Especialmente delicada era la situación de los bancos y cajas españoles, cuya apelación al BCE se situó en marzo en 81.881 millones de euros. Moody's criticó la semana pasada su "excesiva dependencia" de las líneas de liquidez del banco central, lo que las hace vulnerables a la retirada de las mismas prevista inicialmente para la segunda mitad del año. Y dada la caída en picado de la deuda pública española de la semana pasada, los mercados mayoristas han vuelto a cerrarse a cal y canto para las emisiones de la banca nacional, que no puede contar con esta vía de financiación, al menos a corto plazo.
Esto explica la guerra de depósitos que libran en la actualidad las principales entidades españolas, ya que el dinero de los clientes particulares se ha convertido en su principal vía de financiación. Una guerra en la que se están pagando intereses muy por encima del euribor (lo que golpea los márgenes del sector), aunque inferiores a los que ahora mismo demandarían los inversores internacionales, especialmente en el caso de las cajas.
El peligro del carry trade
¿Para quíé quiere esa liquidez la banca española? Desde luego, no para dar críédito a la vista del descenso del mismo que revelan mes tras mes las cifras del Banco de España (aunque hubo un ligerísimo repunte en febrero). El principal destino de este dinero es repagar las deudas que vencen, tanto de las inyecciones del BCE como de las emisiones en los mercados internacionales. Y el segundo es la inversión en deuda pública para realizar el famoso carry trade: financiarse al 1% en el BCE e invertir en bonos del Estado al 4%, ganando la diferencia y sin consumo de capital (el bien más preciado de la banca en nuestros días).
Esta práctica, que ha salvado el margen de muchas entidades en los últimos trimestres, ha disparado la los volúmenes de deuda pública que tiene en balance la banca española. Pero esos beneficios se convierten en píérdidas cuando los precios de los bonos caen. Este impacto ya se apreció en el primer trimestre en el caso de Caja Madrid, y a buen seguro que se extenderá a otras muchas firmas en el segundo como consecuencia de la tormenta de las últimas semanas.