LA REGIí“N MOLECULAR
La leyenda de Zoroastro dice: "Todo aquel cuyas buenas obras excedan en tres
gramos a su pecado, va al cielo; todo aquel cuyo pecado es mayor, al infierno; en tanto que
aquel en el que ambos sean iguales, permanece en el Hamistikan hasta el cuerpo futuro o
resurrección".
La región molecular es la región del Paraíso. Aquellos seres que sufrieron mucho en la
vida y que fueron relativamente muy buenos en la vida, se sumergen en la felicidad del
mundo molecular antes de volver a tomar un nuevo cuerpo físico. Las regiones moleculares
están saturadas de felicidad. Las esencias humanas, en ausencia del "YO" PLURALIZADO,
gozan en esas regiones inefables.
Los EGOS de esas ESENCIAS, es decir, los "YOES", permanecen entre tanto en el
umbral del misterio aguardando la nueva reencarnación. En ausencia del "yo", las esencias
se desenvuelven felices en el Paraíso. Esos seres usan cuerpo molecular. Quienes poseen
el ASTRAL CRISTO, resplandecen de gloria y son todavía más felices en el Paraíso. Dicho
cuerpo sólo reside en estado germinal dentro de su semilla sexual, pero germina, nace
cuando el iniciado conoce los misterios del sexo. El ASTRAL CRISTO es un cuerpo
maravilloso. Las personas que poseen ese cuerpo son verdaderamente inmortales, pues
jamás pierden la Conciencia.
El Paraíso, por ser molecular, penetra y compenetra toda la atmósfera terrestre,
estando relacionado muy especialmente con la IONOSFERA que se encuentra a sesenta
millas por encima de la superficie terrestre. Esa región es especialmente muy pura. Los
astronautas, aún cuando viajan por esta zona, jamás podrán descubrir el Paraíso con los
sentidos físicos. Sólo con el sentido espacial podemos ver el Paraíso. El Movimiento
Gnóstico enseña diversas tíécnicas científicas para abrir el sentido espacial.
La región molecular tiene distintos países inefables. Estos son los planos y sub-planos
de que hablan Teósofos y Rosacruces. En esas regiones de dichas sin límites, viven
dichosos los desencarnados hasta que su tiempo se agota. El amanecer, el día, la tarde y la
noche; la infancia, la adolescencia, la madurez y la senectud, gobiernan todo el cosmos, y
hasta aquellos que desencarnan están sometidos a esta ley, a su tiempo, esos seres
dichosos tienen que volver a la reencarnación.
Todo lo que ven los desencarnados está dentro de su propia mente. Los estados
devakánicos de que hablan los libros teosóficos y rosacruces, así lo aseguran. El estado de
inconsciencia en que caen los desencarnados bajo el choque electrónico, es algo muy
lamentable, porque aún cuando íéstos gozan con la dicha de las regiones moleculares, no
están suficientemente conscientes como lo estaría un Adepto de la Logia Blanca. Sólo
quienes han adquirido Alma viven conscientes de las Regiones Superiores del Universo.
Los desencarnados comunes y corrientes, proyectan en la atmósfera molecular sus
propios anhelos y aspiraciones, y sueñan con ellos viviendo en perfecta felicidad. Los
Adeptos no sueñan porque despertaron la Conciencia, y viven dedicados en esta región a
trabajar, de acuerdo con las grandes Leyes Cósmicas, en el laboratorio de la Naturaleza.
Esto no significa que los desencarnados no gocen con el paisaje o los paisajes en el Paraíso.
Naturalmente ellos son infinitamente felices con su ambiente de felicidad.
El «Libro Egipcio de los Muertos» y el libro «El Arte de Morir» de los tiempos
medievales, le enseñan la preparación para la muerte. Los hombres dedicados únicamente a
las cosas materiales, no tendrán la dicha de experimentar la felicidad del Mundo Electrónico,
debido al estado de inconsciencia en que caen. Cuando esas gentes viven en el Mundo
Molecular, pasan allí sus vacaciones soñando, beben en la fuente del olvido y sueñan
deliciosamente. El cuerpo molecular es microscopio y telescopio a la vez. Con ese cuerpo
podemos ver lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. En el Paraíso, los
desencarnados participan de la naturaleza íntima de todo lo creado, penetrando en el
corazón de todo lo existente. Es mejor conocer las cosas por penetración, en vez de por
percepción externa. La vida en el Paraíso sería mejor si el desencarnado no proyectara en el
mundo molecular su propio escenario. Allí, cada cual proyecta en la atmósfera imágenes de
su propia mente.