Casi a diario me tengo que preguntar para quiíén trabajan las instituciones, por quíé se crearon y quiíén puede acudir en petición de defensa de sus derechos. Estas preguntas, por supuesto, son retóricas porque las respuestas, sobre el papel, son más que obvias y huelga que aquí responda lo evidente…, o lo políticamente correcto. Sin embargo, y haciendo caso de lo que se publica y de mi experiencia, las respuestas no son tan evidentes. Y pongo algún ejemplo:
El de Goldman Sachs es abracadabrante: trabajar en las dos sentidos del mercado a la vez, crear un fondo hipotecario con hipotecas subprime, buscar a inversores que pongan su dinero y a la vez otro que apueste contra el mismo fondo (conociendo la extrema debilidad del fondo creado), es el ejemplo más paradigmático de la podredumbre del sistema. El Mundo publicó el pasado sábado una muy interesante entrevista a Malcolm Gladwell, ensayista y redactor del semanario “The New Yorkerâ€. Reflexionaba sobre lo que ha pasado y sobre este capítulo de Goldman para al final preguntarse por quíé el regulador americano ahora decide atacar a Goldman, en defensa de los que decidieron voluntariamente comprar derivados financieros complejos (bancos, instituciones educativas, ayuntamientos…) y no persigue a los bancos que decidieron “mentir a sus clientes cuando contrataron sus hipotecasâ€, y que ahora, añado yo, no tienen vivienda, pero siguen teniendo la deuda. Pero aquí en España no pasan cosas distintas, bancos como el BBVA que persiguieron a sus clientes para ofrecerles seguros contra la subida de los tipos de interíés, en el mismo momento en que ellos mismos, su gabinete de análisis, publicaba previsiones de bajada de los tipos de interíés. Ahora mismo, esos clientes están pagando por sus hipotecas mucho más que los afortunados que no fuimos llamados o que decidimos decirles un NO rotundo a su “maravillosa ofertaâ€. ¿Y el Banco de España…?, bien gracias. O la situación del Fondo Banif Inmobiliario, que decide en un momento dado prohibir el rescate de lo invertido a sus miles de participes. Y la CNMV…, tambiíén está bien, gracias.
Parecería que los reguladores están para defender las triquiñuelas de los poderosos para con sus iguales. El resto…, el resto no estamos bien. El resto deberemos seguir peleando y defendiíéndonos como gato panza arriba; deberemos seguir remando para salir adelante, intentando que no nos engañen.
Yo estoy convencido de que sólo se pueden hacer ricos los mismos ricos, no se engañe…; y además, ¿para quíé necesito hacerme rico?. Es cada vez más cierto aquello de que vive mejor, no el que más tiene, sino el que menos necesita. Estoy absoluta y plenamente de acuerdo con el Sr. Gladwell cuando manifiesta en la entrevista que defiende el trabajo duro, “hay que poner 10.000 horas en una actividad, lo que supone 10 años de esfuerzos, para ser verdaderamente bueno en ellaâ€.
Y no estoy pesimista, no. Enfadado, sí. Pero es que tengo derecho a estar enfadado. Enfadado con un gobierno que no se ha dado cuenta de lo que bullía en la calle, en los mercados y en las empresas. Enfadado con una oposición que sólo miraba los fallos del gobierno, sin mirar a ese mercado, a esas empresas y a esa calle. Es como si existieran dos mundos, el suyo, y el de los demás. Desafección, se llama eso. Y la culpa no es nuestra, la culpa la tienen ellos.
Ya voy entendiendo, pues, esa campaña: Esto solo lo arreglamos entre todos. Cambiaría, eso sí, el todos por el nosotros.
Vale.
Oberon.