Por... MICHAEL WEISSENSTEIN
LONDRES -- Seis semanas de vacaciones al año. Jubilación a los 60. Miles de euros por tener un bebíé. Una buena educación universitaria por menos de lo que cuesta una computadora portátil.
El sistema conocido como Estado Benefactor fue instaurado luego de la Segunda Guerra Mundial con el fin de compartir la prosperidad y prevenir futuros conflictos. Desde entonces, sus generosos beneficios son una de las características salientes de la Europa moderna.
Esta visión, que para muchos europeos es una alternativa a lo que consideran el capitalismo desalmado de Estados Unidos, se tambalea como nunca antes debido a la crisis derivada del endeudamiento europeo.
En toda Europa se están reduciendo los presupuestos. Si bien por ahora se enfocan en las nóminas salariales de las dependencias oficiales, los beneficios que recibe la ciudadanía lucen cada vez más vulnerables.
"Es imposible mantener el actual sistema", expresó Uri Dadush, director del Programa de Economía Internacional del Carnegie Endowment. "La crisis actual ha hecho que casi todos los países industrializados tengan que enfrentar esta realidad".
Alemania decidirá el mes que viene cómo rebajarle al menos 3.000 millones de euros (3.750 millones de dólares) a su presupuesto y el gobierno plantea por primera vez la posibilidad de eliminar algunos beneficios de desempleo, como el de pagarle a toda persona menor de 50 años el 60% de su sueldo por hasta un año. Ese plan ya había sido modificado hace cinco años pues ofrecía beneficios más altos todavía.
"Hay que ajustar nuestro sistema de pensiones de modo tal que se motive a la gente a aceptar un trabajo y no funcione como un incentivo contraproducente", manifestó el ministro de economía alemán Wolfgang Schaeuble al semanario Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung.
La incertidumbre en torno al futuro de los beneficios sociales afecta la imagen de sí mismo del continente en momentos en que otros elementos importantes de la Europa de posguerra tienden a diluírse.
La inmigración en gran escala de personas procedentes de fuera de Europa hace que se replanteen viejas nociones acerca de la tolerancia y la libertad, y varias naciones tratan de regular las prendas que se pueden usar -como el velo islámico- en nombre de la libertad y la igualdad.
Demógrafos y economistas vienen diciendo desde hace años que el estado benefactor era insostenible. Algunos gobiernos ensayaron reformas, pero ahora todo el mundo intenta reducir los díéficits para evitar agravar la crisis de confianza en el euro.
"Tenemos que cambiar, que adaptarnos... para proteger nuestro modelo social", expresó el comisionado de la Unión Europea Joaquín Almunia el jueves pasado.
El tema es complejo. Algunos expertos dicen que los recortes pueden afectar la capacidad de crecimiento requerida para hacer que los presupuestos sean solventes.
El gobierno británico dijo que subirá la edad de jubilación de las mujeres de los 60 a los 65 años y la de los hombres de los 65 a los 66. Tambiíén endurecerá las normas que regulan el seguro de desempleo, para garantizar que una persona realmente trata de conseguir otro trabajo antes de cobrar el seguro.
Tambiíén reducirá los beneficios para las personas que tienen hijos y reconsiderará el plan de pensiones para jubilados.
El gobierno conservador de Francia quiere aumentar la edad para jubilarse. Muchos trabajadores pueden hacerlo ahora a los 60 años, recibiendo el 50% de sus salarios. Y hay beneficios adicionales para los empleados públicos y para las personas con tres hijos o más, los militares y otros sectores.
En España entrarán en vigor en junio recortes salariales a los empleados públicos y el gobierno socialista congeló por al menos dos años los ajustes inflacionarios.
"Nos dieron duro", manifestó Federico Carbonero, un ex militar de 92 años.
España ha eliminado una cantidad de beneficios, incluido el subsidio de 2.500 euros (3.124 dólares) cuando nace un niño, y se ha propuesto subir la edad de jubilación de los hombres de 65 a 67 años.
Los países nórdicos vienen trabajando desde hace rato en la reforma de sus beneficios sociales y han creado sistemas enfocados en tratar de conseguirle un nuevo trabajo al desempleado, según Gayle Allard, catedrático y analista del Instituto de Empresa de Madrid.
Dinamarca y otros países nórdicos son famosos porque allí se pagan los impuestos más altos y se conceden los mejores beneficios sociales. Los daneses han creado un sistema que combina flexibilidad de los patrones para contratar y despedir por un lado, y garantías económicas y programas de capacitación que faciliten la contratación de un desempleado por el otro.
Dinamarca tuvo una tasa de desempleo del 7,5% en el primer trimestre del año, muy por debajo del promedio europeo, que es de 9,6%. La tasa de desempleo de Suecia y Finlandia fue del 8,9% y la de Noruega del 3%. Los noruegos tienen los beneficios de desempleo más generosos del mundo gracias a los ingresos del petróleo.
Los países de Europa del sur no han hecho reformas tan profundas y lo están pagando caro.
En Grecia, que acaba de recibir un paquete de rescate del resto de Europa, las personas deben hacer aportes por 40 años, en lugar de 37, para poder jubilarse y los empleados del gobierno que ganen más de 3.000 euros (3.750 dólares) al mes perderán los dos meses de aguinaldo.
Portugal, otro país que podría necesitar ayuda en cualquier momento, todavía no se decide a reducir drásticamente los beneficios y se enfoca más bien en mejorar los ingresos y subir los impuestos. Se recortarán levemente los beneficios de desempleo y los desempleados estarán obligados a aceptar cualquier trabajo en el que se les pague un 10% más que esos beneficios.
"No hay predisposición para dejar de ver los beneficios como una mera protección social y adoptar el enfoque que tienen en buena parte del norte de Europa, donde los beneficios son vistos como una inversión social", manifestó Iain Begg, profesor del Instituto Europeo de la London School of Economics and Political Science.