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Autor Tema: A Don Quijote...  (Leído 325 veces)

OCIN

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A Don Quijote...
« en: Junio 05, 2010, 10:02:28 am »
Por...  Josíé Guillermo ínjel R.

Querido don Alonso (Quijana, Quesada o Quijada), tres apellidos posibles en su nombre hacen posible que usted exista. El número tres, en Gematrí­a (sistema kabalí­stico que a travíés del número define la esencia de algo), tiene el significado de movimiento y lo que se mueve está vivo en tanto que es objeto en un espacio y puede relacionarse con otros. Recuerdo el libro de Margueritte Aubier ( Don Quijote cabalista ), en el que decí­a que la palabra Quishot, en algunos contextos, quiere decir Verdad. Y si bien Verdad en hebreo es Emet, lo que propone madame Aubier no carece de sentido, pues averiguando, Quishot quiere decir lo que es verdad dentro de algo existente. Total, no hay forma de negarlo a usted, pues si ha sido nombrado y tiene historia, ya es cosa (con forma y lí­mites), como sostiene Filón de Alejandrí­a. Para existir basta tener nombre y definición. Lo demás llega.

Pero el asunto no está en si usted, buen Alonso, existe o no y menos si tenemos en cuenta que su historia es la de la razón y la sinrazón, espacio en el que si algo no funciona bajo un concepto, funciona en el otro (esto es lo bueno de la realidad y la irrealidad cuando andan juntas). La cuestión a tratar es el entrevero entre hidalguí­a y plebe: usted sobre Rocinante y Sancho enredado con las patas de su burro. Y lo que se narra, que es una España barroca carente de clase media (por sus dí­as ya expulsaron a los judí­os y a los moros recalcitrantes y están expulsando a los moriscos por aquello del sincretismo que hacen entre el Corán y el catecismo). No hay clase media y en ese faltante, que destruye el movimiento y desarrollo de cualquier paí­s, usted nombra lo que no es y el otro (Sancho) le responde con ignorancia.

Así­ que querido Alonso (Quijana, Quesada o Quijada), el problema es la inexistencia (cada vez más evidente en Amíérica Latina) de la clase media, que es la que produce los intelectuales, los tíécnicos, los cientí­ficos y los escritores. Como decí­a Borges, es la clase donde los sueños no se acaban porque se pueden construir. Pero, como usted cabalgando en soledad (como lo narra el poema de Felipe León) al lado de alguien que no piensa más que en comer, así­ van estos paí­ses de clase media maltrecha. La irrealidad conviviendo con una realidad de digestión; lo que representa lo que no es, al lado de representaciones que no son comprensibles (porque se la toma como insignificantes y así­ se anula en ellas todo conocimiento). Y la clase media por ninguna parte, sin opinión, sin propuesta, desapareciendo lentamente mientras usted ve gigantes y Sancho molinos de viento, vací­os.

Don Quijote de la Mancha, Hidalgo de seso seco que crea Miguel de Cervantes Saavedra, para sostener la teorí­a de que la sinrazón no es otra cosa que el revíés de la razón y que ambas van juntas porque son necesarias para la construcción de realidad. Claro que falta un mediador imparcial para ello, que estíé libre de toda pasión y apetito.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...