La tensión se masca en el ambiente y los bancos no se fían ni de sí mismos. El anuncio de Hungría el viernes pasado de que el país está al borde de la quiebra y que podría haber falseado las cuentas tal y como lo hizo Grecia, se está dejando notar hoy en los mercados. Y no sólo en la bolsa: el volumen de dinero que los bancos de la eurozona guardan en la facilidad de depósito del Banco Central Europeo ha tocado hoy máximos históricos, al alcanzar los 350.903 millones de euros.
Esta cifra supone 30.000 millones más que el ríécord anterior, de 320.000 millones, alcanzado el pasado jueves. De nada ha servido que el Gobierno húngaro tratara ayer de echar agua al incendio, al afirmar que había exagerado y que la situación no era tan mala.
La facilidad de depósito del BCE es un mecanismo que la institución monetaria europea pone a disposición de la banca para que, de forma excepcional, guarde ahí liquidez sobrante. Pero desde el inicio de la crisis financiera a finales de 2007 lo que era un recurso puntual al que recurría la banca, se ha convertido una "hucha" recurrente a la que las entidades recurren continuamente.
En estos momentos, el BCE remunera esta facilidad de depósito al 0,25%, cuando los tipos de interíés están al 1%. Sin embargo, los bancos prefieren dejar el dinero a buen recaudo en el BCE antes que prestarlo a otras entidades en el mercado interbancario, donde los tipos de interíés son mucho mayores.
Los bancos españoles ya han notado en sus propias carnes estas tensiones, ya que las entidades extranjeras son cada vez más reticentes a prestar dinero a las españolas y que están reduciendo de forma considerable las líneas de liquidez.
Y entre la banca nacional, la situación tampoco es de color de rosa. Si hace dos semanas, las entidades se cobraban un 0,3% para prestarse en el mercado interbancario, ahora se cargan un 0,9%, tres veces más.