Los bancos vuelven a enrocarse y cierran el grifo
Publicado en Expansión por Carmen Ramos
Estaba cantado. Los fuertes descensos de los índices estadounidenses en la jornada del viernes y del Nikkei esta madrugada no sólo reflejaban la desilusión de un pobre dato de creación de empleo en Estados Unidos, sino las dudas y el miedo sobre la situación de la Unión Europea.
Las declaraciones del nuevo Ejecutivo de Hungría sobre la manipulación efectuada por el Gobierno anterior, y la crítica situación en la que está inmersa su economía, volvió a sembrar la desconfianza en todos los mercados, ya no sólo preocupan los díéficits sino que continúen saliendo a la luz casos de tergiversación de las cuentas.
Una desconfianza que ha dado lugar a que los bancos hayan vuelto a enrocarse, como ocurrió tras la quiebra de Lehman Brother. El hecho de que el pasado viernes los bancos comerciales de la zona euro depositaran en el BCE la cantidad record de 350.903 millones de euros, al 0,25% y a un día, refleja claramente que vuelven a desconfiar entre ellos y no se prestan un euro. Una actitud insostenible, ya que conlleva que se ralenticen los príéstamos a las empresas y, por tanto, la recuperación económica.
Antes de la apertura de las bolsas europeas, el euro perdía los 1,20 dólares y los futuros anticipaban caídas significativas en todas las plazas. El sector financiero ha vuelto a ser el más castigado si bien los recortes han sido generalizados. Tras la salida del papel más nervioso, los indicadores han girado al alza y han llegado a recuperar todo lo perdido, ya que ha sido muy bien acogido que el motor de Europa, Alemania, estíé deliberando llevar a cabo el programa de ahorro más estricto desde la posguerra.
Un plan que no implica incremento de impuestos sino recortes de presupuestos y subvenciones y que otorgaría fuerza moral a su ejecutivo para exigir al resto de miembros de la UE a llevar a cabo medidas similares. Posteriormente, se daba a conocer que, en abril, su cartera de pedidos creció un 2,8%, ya que la demanda externa creció en este porcentaje y la interna una díécima más.
Puede ser la única vía para que Europa recobre su credibilidad y salga adelante, pero es un mero proyecto y los vaivenes de la apertura de Wall Street han terminado de sentenciar la sesión. Al cierre el Ibex 35 se ha dejado un 1,44%, para situarse en los 8.795 puntos y da la sensación de que la sangría no se cortará hasta que los índices estadounidenses no se tranquilicen.