¿Quíé mejor manera de estrenar nuevos poderes que anunciando sobre quiíén se aplicarán? Durante su cita ayer en Luxemburgo, los ministros europeos de Economía y Finanzas alcanzaron un principio de acuerdo que despeja la ampliación de las competencias de Eurostat. Y Bulgaria será el primer país del bloque en sufrir en carne propia el cambio.
Los inspectores de Eurostat, el organismo comunitario que recopila y publica de manera armonizada las estadísticas de los 27 países de la UE, podrán en un futuro casi inmediato auditar las cuentas públicas de los Estados del club comunitario sobre los que pese un expediente de la Comisión Europea por haber incurrido en díéficit público excesivo: es decir, por haber superado su díéficit presupuestario el listón del 3% de su producto interior bruto (PIB).
El desencadenante de las inspecciones, que en la eufemística jerga comunitaria se denominan visitas metodológicas, será que Eurostat tenga tenga dudas sobre la veracidad de los datos que un Estado le suminista. Los inspectores de Eurostat podrán exigir todos los datos que consideren necesarios para aclarar sus dudas. Datos provenientes de todas las administraciones: nacional, regionales, locales, seguridad social, etcíétera.
Inspección en Sofia
El liberal finlandíés Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, dio la bienvenida a unos poderes que los Veintisiete negaron a Eurostat en 2005, cuando el actual cargo de Rehn lo ocupaba el socialista español Joaquín Almunia, en la actualidad vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competencia.
Rehn anunció ayer al termino de la reunión ministerial que Eurostat estrenará sus nuevos poderes enviando inspectores a Bulgaria. El objetivo de la reforma de este organismo, en general, y el de la próxima inspección a la capital búlgara, Sofia, es evitar nuevas mentiras como las de Grecia y Hungría.
Los Gobiernos de Atenas y Budapest falsearon en el pasado sus cifras para maquillar la gravedad de sus agujeros negros presupuestarios. Ambos engaños han afectado a la credibilidad de las cuentas públicas en la UE, y la confianza en la solidez de su economía. Incluso han dañado la estabilidad del euro, puesto que Grecia no habría sido admitida entre los países de la moneda única si no hubera mentido.
Según las cifras y previsiones que baraja Bruselas, el Estado búlgaro cerró el año 2009 con un díéficit equivalente al 3,9% de su PIB, que podría bajar al 2,8% este año, y al 2,2% el que viene. La deuda pública, que en 2002 era del 53,6%, experimentó el año pasado su primer repunte de los últimos ejercicios y terminó en el 14,8%; este año podría subir al 17,4 % y el que viene, al 18,8%.