Está cerrado. El jueves de la semana pasada el grupo inmobiliario Ballester formalizó la venta del edificio de oficinas situado en el madrileño Paseo de Recoletos 3, formando una de las esquinas de la Plaza de Cibeles. Según fuentes informadas del proceso, la compañía valenciana ha vendido el activo por cerca de 50 millones de euros a una de las ramas de la familia Reyzabal, antiguos dueños de la desaparecida Torre Windsor y copropietarios del rascacielos Torre Picasso.
Intermediada por la consultora Savills, la transacción viene a confirmar el apetito existente entre las fortunas familiares por activos inmobiliarios de inversión, como acaba de hacer Isak Andic en Barcelona. En este caso, la inmobiliaria valenciana Ballester ha vendido el edificio de oficinas con un descuento del 30% sobre el precio de compra: en julio de 2006, pagó 71,5 millones de euros a Pryconsa por los 10.000 metros cuadrados del inmueble, cifra record en el mercado.
El edificio en cuestión es la actual sede corporativa de Uralita, que tiene pendiente de renegociar su contrato de alquiler y ocupar menos metros cuadrados de oficina. Antigua sede de Caja Postal y posteriormente del alemán Banco de Inversión, el inmueble cuenta con seis alturas, planta baja y otras cuatro bajo rasante dedicadas a plazas de aparcamiento. Construido en 1975, el edificio fue remodelado a finales del año 2000 despuíés de que dejara de pertenecer a Argentaria.
Por parte del comprador, la familia Reyzábal es uno de los tapados del negocio inmobiliario de la capital. Tras el incendio de la Torre Windsor, la familia vendió a El Corte Inglíés la sociedad Asón Inmobiliaria, propietaria del solar en ruinas y de otros activos, como el 20% de Torre Picasso, 60.000 metros cuadrados de superficie de oficinas, 800 plazas de aparcamiento, el Edificio Marbella, locales comerciales e inmuebles residenciales en las provincias de Castellón, Murcia y Vizcaya.
Aunque no hubo cifras oficiales, los Reyzabal habrían recibido por la venta de todo su patrimonio inmobiliario a finales de 2006 cerca de 500 millones de euros. Un botín millonario a repartir entre los hermanos Julián, Jesús, Florentino, Josíé María y Milagros Reyzabal, herederos ya de una fortuna forjada en salas de ocio y espectáculos durante los 70 y 80, que se multiplicó exponencialmente durante la díécada siguiente gracias a sus inversiones en el mundo del real state.
Desde entonces, los hermanos Reyzabal han vuelto poco a poco al mercado inmobiliario. En 2009, compraron por más de 30 millones de euros un inmueble de Mutua Madrileña situado en el Paseo de la Castellana 15. Ahora, la familia de origen logroñíés suma otro activo premium a su incipiente cartera de activos en renta. Según fuentes del sector, las transacciones encajan con el perfil de 30-50 millones de euros por edificio de oficina, con descuentos relevantes, son las más demandadas.