La banca se vuelca en productos ligados a la bolsa para captar dinero más barato
Publicado en Expansión por Juan Javier Andríés
Divide y vencerás. Aunque parece un grito de guerra o incluso un principio táctico para afrontar una batalla, en este caso no lo es. Se trata del nombre que ha escogido Santander para el nuevo producto que ofrece en sus más de 2.900 oficinas en España, y que en una semana ya ha captado 500 millones de euros.
Un resultado que apunta, de lleno, al fenómeno de los productos estructurados. Se venden en forma de depósito, seguro o bono y se caracterizan por una estructura en la que la rentabilidad final del producto depende de la evolución de acciones, índices bursátiles u otros subyacentes.
Caja Madrid, Bankinter, Uno-e, Pastor y CAM, entre otros, han presentado nuevas ofertas en este frente durante las últimas semanas. No son una excepción. Los lanzamientos se han intensificado este año en plena guerra del pasivo, agitada todavía más por las tensiones de liquidez que hay en el sistema por los efectos de la crisis de las hipotecas basura estadounidenses.
Extratipos
Para captar el dinero de los clientes las entidades tienen varios caminos. Entre otros, pueden apostar por los depósitos a plazo fijo tradicionales, aunque la fuerte competencia ha disparado su rentabilidad, con grandes consecuencias para sus cuentas. En muchos casos a las entidades les cuesta entre o,25 y 0,75 puntos porcentuales más captar el dinero de los clientes que lograrlo de otras entidades en el mercado interbancario. Por ejemplo, con un euribor a un año que ronda estos días un 4,75%, Openbank paga a un año un 5,25% TAE (tasa anual equivalente); Caja Duero, un 5,14%; y Bancaja, Halifax, o Caja de Canarias un 5%.
Frente a esta oferta más costosa, muchas están reforzando su gama de productos estructurados por varias razones. Una de ellas es que les permite captar dinero de forma más barata. Para diseñar este producto, que en ocasiones ofrecen una alta rentabilidad –más de un 10%– si cumple una serie de complicadas condiciones, la entidad contrata con un estructurador (que suele ser una mesa de tesorería) una opción para cubrirse en caso de que se cumpla la condición y el banco tenga que dar al cliente esa elevada rentabilidad. En ese caso es el estructurador el que paga al banco, que a su vez da la rentabilidad acordada al cliente.
Suele ocurrir que, gracias a esa opción, al banco le cuesta más barato captar recursos de los clientes. “El precio de la opción es el que te marca el margen. Te puede permitir captar dinero a un precio de entre un 0,3% y algo más de un 1% por debajo de euriborâ€, dicen fuentes de un banco, que reconocen que “el producto estructurado trata de abaratar el precio de captación de dineroâ€.
“Mediante estos productos las entidades pueden combinar un mayor número de variables a la hora de fijar el margen del producto (diferentes mercados, activos, plazos, porcentajes de revalorización, etcíétera), resultando así posible alcanzar un alto atractivo de rentabilidad potencial para el cliente y un margen mayor para la entidad que en los depósitos tradicionalesâ€, explican fuentes de Caixa Galicia.
Además, tienen otro valor estratíégico en estos tiempos de caída de los mercados. Permiten a las entidades captar a los clientes habituados a invertir en acciones y fondos de inversión y que este año están sufriendo las turbulencias de los mercados –el Ibex pierde un 12,54% en lo que va de año–.
Mucha letra pequeña para una rentabilidad en el aire
Los productos estructurados son pura sofisticación financiera. Por su complejidad plantean grandes retos a las redes comerciales de las entidades de cara a su venta a los particulares. En contra, por ejemplo, de una imposición a plazo fijo tradicional, en la que la entidad garantiza una determinada rentabilidad en un plazo de tiempo, los estructurados sólo suelen garantizar el capital invertido. Luego la retribución depende de cómo hayan evolucionado las acciones o índices bursátiles al que van ligados.
Pero la cosa no es tan fácil. Para dar la rentabilidad que ofrecen, estos productos introducen una montaña de condiciones, que en muchas ocasiones suelen ser de complicado entendimiento para el cliente final. Por ejemplo, basan la retribución en determinados porcentajes de revalorización de varias acciones en un período concreto, siempre y cuando esas subidas no sobrepasen un determinado nivel que marca el producto.
A cuántas más condiciones y referencias se vincule la retribución, más difícil será lograrla.Todo esto encierra muchos peligros. Uno de ellos es que, si no se cumplen todas las condiciones, el cliente se quede, al final, sin rentabilidad. Por todo ello, no resulta extraño que el Banco de España aconseje “valorar con detalle las circunstancias que pueden influir en la rentabilidad del productoâ€.
A esto se suma otro handicap: el plazo. Suele oscilar entre uno y tres años con lo que el cliente puede encontrarse, al cabo de este tiempo, sólo con el dinero invertido y habiendo perdido otras oportunidades de inversión. En contra de otros productos no suelen dar muchas facilidades para retirar el dinero antes del vencimiento.