La petrolera BP descarta la emisión de nuevas acciones para hacer frente a los costos crecientes del derrame de petróleo en el Golfo de Míéxico, informa hoy el diario Financial Times.
La compañía ha lanzado una solicitud de apoyo a los inversores de Oriente Medio e internacionales en general, argumentando que comprar sus acciones, que han caído casi un 50 por ciento desde que ocurrió el desastre, el pasado 20 de abril, es un buen negocio.
BP añadió que no tenía ningún plan para emitir nuevas acciones a fin de atraer a un inversor clave como ocurrió cuando Abu Dhabi y Qatar apoyaron al banco Barclays en 2008.
Un funcionario de uno de los Estados del Golfo dijo al Financial Times que BP ha estado intentando atraer a inversores de la región, sobre todo a aquellos con los que ya tiene relaciones.
El mensaje de la petrolera es, según el funcionario, el siguiente: "Nuestras acciones son baratas, ¿por quíé no compran?".
En el Golfo están radicados algunos de los mayores fondos soberanos del planeta, que en otras ocasiones se han apresurado a inyectar capital en los bancos occidentales en dificultades.
BP, recuerda el Financial Times, tiene una estrecha vinculación con los Emiratos írabes Unidos, donde lleva operando desde los años treinta del siglo XX.
En Abu Dhabi, la capital de los Emiratos, opera la Dhabi Investment Authority, uno de los mayores fondos soberanos, que en noviembre de 2007 invirtió 7.500 millones en el banco Citigroup.
El presidente de la petrolera nacional libia, Shokri Ghanem, dijo el lunes que el fondo soberano de su país debía invertir en BP, aprovechando la depreciación de sus acciones.
Mientras tanto, fuentes del Gobierno británico se han negado a confirmar o desmentir una información publicada por el diario The Times en el sentido de que los ministerios de Hacienda y Empresa preparan plantes de contingencia para el caso de que BP termine quebrando.
El Gobierno está especialmente preocupado por el futuro de esa compañía privada dada su condición de fuerte generadora de empleo, de dividendos para los fondos de pensiones de millones de británicos, así como por su gestión de infraestructuras en el sector energíético, especialmente en el mar del Norte