La confiscación por parte de la Policía Nacional de Colombia de 17 toneladas de Coltan, en Puerto Inírida, capital del departamento colombiano de Guainía, en la región de la Orinoquia, en los límites con Venezuela, en el mes de enero puso en evidencia la existencia de este mineral en Colombia.
Una piedra de color azul-verdoso que se ha convertido en un elemento de vital preponderancia para fabricación de misiles, computadores, telíéfonos celulares, cohetes, entre otros desarrollos en tecnologías de punta.
Hasta hace poco, en sólo nueve países se habían encontrado yacimientos de Coltán: Congo, Australia, Tailandia, Brasil, Canadá, Egipto, Sudáfrica, Nigeria y Malasia. Pese a que desde hace varios años se había especulado sobre su existencia de yacimientos de Coltán en la Orinoquia colombo-venezolana, sólo hasta el año pasado con el hallazgo de un yacimiento al sur de la Orinoquia venezolana y con el decomiso de 17.829 kilogramos en Colombia se supo con certeza de la existencia de reservas en ambos países.
En el caso de Venezuela, tras el hallazgo de aquel filón, el Gobierno ordenó la militarización de la región y la suspensión de su explotación y a su turno se indicó que las reservas podrían ser del orden de los 100 mil millones de dólares. Sin embargo, no son tan creíbles hasta el momento las cifras sobre las reservas venezolanas, igual sucede con los anuncios sobre los hallazgos de algunos yacimientos en Bolivia. En cuanto a Colombia, tambiíén existen ciertas dudas que posea el 5 por ciento de las reservas internacionales, debido a que no se conocen estudios serios que sustenten dichas estadísticas y, más aún cuando el ministro de Minas Hernán Martínez, ha dicho que se tiene conocimiento de la existencia del mineral en Vaupíés, Guaviare y Guanía, pero que no se desconoce en que cantidad.
Especulaciones que están sirviendo para que crezca ola de desplazamientos, de especuladores y de traficantes ilegales hacia la Orinoquia colombiana, en la búsqueda del nuevo “doradoâ€. Según el Instituto Colombiano de Geología y Minería (Ingeominas) en su dependencia reposan 300 solicitudes de permisos para la explotación de este mineral en la Orinoquia colombiana y esta trabajando en la identificación de área con potenciales reservas en aquella región para entregar áreas de explotaciones, pero aún no han hecho anuncios sobre expediciones de normas que regulen la explotación, el comercio y las entregas de regalías por el usufructo.
Se sabe que una empresa privada tiene un permiso de explotación en un área de 35 mil hectáreas entre Guanía y Vichada, en un resguardo indígena y que los comerciantes le están comprando a los indios a $ 10 dólares, el kilo de Coltan cuando en los mercados internacionales, el precio de kilo se vende, entre 80 y 100 dólares y valor de una tonelada, oscila entre los 80.000 y 100.000 mil dólares.
Por lo tanto, el la incautación del cargamento en Puerto Inírida, prendió las alarmar sobre las explotaciones y los tráficos ilícitos desde los ríos Inírida y Guaviare hacia los mercados internacionales por rutas de Venezuela, Perú y Brasil. Es de suma importancia que en Colombia se reglamente su explotación y fije los tipos de gravámenes que deben pagar los empresarios por concepto de su aprovechamiento y comercialización, antes que las explotaciones ilegales este nuevo “dorado†de la Orinoquia colombo-venezolana se convierta en luchas sangrientas por sus explotaciones en Colombia y Venezuela.
Las principales reservas mundiales de Coltan se encuentran localizadas en las regiones de Ituri , Kivu Norte y Sur, en la República Democrática del Congo, en la región de los Grandes Lagos. País que posee el 80 por ciento de las reservas internacionales probadas, pero que su explotación y su comercio se han convertido una de las principales causas de su inestabilidad institucional y generadores de una desgarradora guerra civil que ha dejado un saldo trágico de millones de muertos y cientos de refugiados en los países vecinos y al Congo en Estado fallido y al borde del colapso institucional.
Un país en donde las luchas por el control del poder han servido para ocultar las sigilosas alianzas políticas, económicas, militares y tribales que se han configurado en las últimas díécadas, entre políticos congolíés, fuerzas rebeldes, grupos tribales, dictaduras, compañías mineras nacionales y transnacionales, varios gobernantes y líderes políticos de otros países de ífrica Central para controlar la explotación y el comercio ilegal de este mineral en los mercados internacionales.
Josíé E. Mosquera