Samuel Bayer se ha encargado de resucitar a Freddye Krueger en el cine con su reedición de Pesadilla en Elm Street. Pero no es el único enemigo que está de regreso en Estados Unidos. Wall Street tambiíén está sufriendo su particular remake, cuyo protagonista es, en este caso, la deflación o caída de los precios.
Su sombra ha emergido en las últimas sesiones, un retorno que ha dejado una profunda huella en la deuda pública. Así, el rendimiento de los bonos estadounidenses a dos años llegó a caer hasta el 0,5516% la semana pasado, el nivel más bajo de la historia, y el de los títulos a 10 años se moderó hasta el 2,851%, algo que no se veía desde abril de 2009, es decir, cuando el mercado comenzaba a reaccionar del devastador efecto de la quiebra del banco Lehman Brothers.
Aunque al final de la semana hubo un ligero incremento hasta el 0,584 -el dos años- y hasta el 2,9943% es de diez años, estos reducidos rendimientos provienen de la oleada de compras, puesto que los inversores se han cobijado de la deflación en la deuda pública, con el consiguiente impacto en las rentabilidades, que bajan cuando el precio de los títulos sube. Así, la de los títulos a dos años ha bajado en 62 puntos básicos -ó 0,62 puntos porcentuales- y la de los bonos a 10 años, en 114 puntos básicos desde abril.
Peor panorama
Este viraje se ha sustentado en dos causas concatenadas. La primera, el temor a la ralentización del crecimiento estadounidense. La segunda, el riesgo deflacionista aparejado a ese frenazo. Y las dos han quedado avaladas por la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, en las dos últimas semanas.
Para empezar, en la actas de la última reunión de política monetaria la entidad rebajó las previsiones de crecimiento para este año de una horquilla del 3,2-3,7% a otra que va del 3 al 3,5%. Además, ese documento reveló que "varios participantes citaron la existencia de riesgos deflacionistas" en esa cita, una advertencia avalada al conocerse que, en junio, la inflación arrojó una caída de una díécima con respecto al mes anterior.
Pero el remate vino la semana pasada, cuando el mandamás de la Fed, Ben Bernanke, no dudó en afirmar que el panorama económico es "inusualmente incierto".
Nuevas previsiones
En este entorno, los inversores se han visto obligados a actualizar sus previsiones. Sobre todo, para retrasar sus pronósticos sobre las subidas de los tipos de interíés. Si a comienzos de 2010 incluso se intuían repuntes a final de año, ahora el mercado de futuros no anticipa el primer aumento hasta el segundo trimestre de 2011. O lo que es lo mismo, los intereses podrían continuar un año más entre el 0 y el 0,25% en el que se encuentran desde diciembre de 2008.
Sin subidas de los tipos a la vista y ante la posible recaída de la economía, las compras de bonos han moderado los rendimientos. Y esta reacción ha provocado una consecuencia preocupante: el aplanamiento de la cuva de rentabilidades, es decir, de los intereses que abona cada uno de los títulos emitidos por el Tesoro estadounidense. Es decir, un movimiento más propio de una recaída económica que de una recuperación.
"El aplanamiento de la curva de rentabilidades viene a reflejar el aumento de la incertidumbre en la segunda mitad del segundo semestre y es acorde con la moderación de los indicadores de consumo, empresariales e inmobiliarios", asegura Pablo Guijarro, director de análisis macroeconómico de AFI.
"Me preocupa que los bonos a 10 años estíén por debajo del 3%. Refleja unas menores expectativas de inflación y crecimiento. No es una buena señal", confirma Josíé Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Es más, la entidad nipona Bank of Toky-Mitsubishi UFJ advierte de que el aplanamiento de la curva sitúa a EEUU ante el riesgo de sufrir "una díécada perdida" como la de Japón.