A pesar de los espectaculares resultados del segundo trimestre conocidos la semana pasada, a Apple empiezan a crecerle los enanos. Cuando todavía no ha resuelto el fallo de la antena del iPhone 4 (un fallo de lo más cutre que puede tirar por tierra la imagen de glamour de la empresa) y hay rumores sobre nuevos fallos que están retrasando la versión en blanco, la empresa de Steve Jobs recibió ayer un nuevo varapalo que puede ser mucho más grave de lo que parece a primera vista.
Se trata de una decisión de la U.S. Copyright Office que autoriza varias excepciones a la ley conocida como Digital Millenium Copyright Act, una de las cuales permite a los usuarios de móviles romper las protecciones de sus dispositivos (es decir, 'hackearlas' o 'jailbreak' como dicen en EEUU, es decir, escapar de la cárcel) para utilizar aplicaciones no autorizadas por el fabricante.
Es decir, a partir de ahora será legal bajarse aplicaciones que no están disponibles en la tienda AppStore de Apple, práctica por la que hasta ahora la empresa podía reclamar 2.500 dólares a cada usuario que incurriera en ella (se desconoce si alguna vez lo ha hecho en la práctica). Esto fue lo que ayer destacaron todos los medios norteamericanos, puesto que abre la puerta a una nueva era de aplicaciones piratas que acaben con el lucrativo negocio que supone el monopolio de las mismas para Apple hasta ahora.
Siendo eso cierto, la decisión de ayer tiene un componente mucho más importante: la oficina de Copyright tambiíén ha renovado y ampliado una decisión de 2006 que permite a los clientes 'hackear' sus terminales para cambiar de operador. Hasta ahora, permitía actualizaciones del 'firmware' para poder hacer ese cambio, pero ahora tambiíén permitirá el 'hackeo' de software. En otras palabras, los propietarios de un iPhone podrán bajarse legalmente un software que permita a sus telíéfonos operar con una red distinta de la oficial (AT&T en el caso de EEUU).
Ahora bien, no está nada claro cómo podrán encajarse estas prácticas ahora legales con las obligaciones de permanencia y de consumo mínimo que impone este operador para dar acceso al iPhone (similares a los que exige aquí Telefónica). Es decir, está claro que si un usuario se compra un iPhone, podrá 'hackearlo' y utilizar el operador que prefiera sin ningún compromiso de permanencia ni consumo. Pero, ¿quíé pasa cuando se trata de un cliente que se hace de AT&T para conseguir el iPhone gratis y al día siguiente lo 'hackea' para tener una tarifa mucho más baja? ¿Podrá demandarle AT&T? ¿Será exigible el cumplimiento de las obligaciones de permanencia y consumo a pesar de lo aprobado ayer?
"La Copyright Office reconoce que el principal objetivo de los bloqueos de los telíéfonos es atar a los clientes con sus operadores, no proteger los derechos de autor", opina en este sentido Jennifer Granick, del lobby Electronic Frontier Foundation.
No obstante, que estas prácticas sean ahora legales no impide que los fabricantes tomen medidas tecnológicas para impedirlas, o de otro tipo: por ejemplo, Apple deja sin efecto la garantía cuando un iPhone ha sido 'hackeado'.