Los inversores se quitan los miedos, y eso es bueno para la bolsa.
En los últimos días estamos asistiendo a un verdadero desplome de las primas de riesgo que los inversores exigían a los activos, que se traduce en una caída en picado de los que se habían usado masivamente como refugio en los últimos meses: el oro y los bonos.
Algo que, en principio, significa que el dinero tiene ahora más apetito por el riesgo, lo cual podría lograr que esta vez el ataque alcista en las bolsa sí tenga íéxito, a diferencia de todos los intentos anteriores.
Así, el oro cayó ayer a su nivel más bajo en dos meses, 1.158 dólares, con su mayor caída diaria desde el 1 de julio. Un movimiento que, según los operadores, se aceleró con la píérdida de los 1.175, que disparó numerosas órdenes de 'stop loss'.
En cuanto a los bonos, los diferenciales de los países perifíéricos se han desplomado esta semana, tanto por la bajada de su rentabilidad como por la subida de las de la deuda de los países refugio, como Alemania y EEUU. El bono a 10 años norteamericano ha superado el 3% de rentabilidad perdido hace unas semanas.
La principal razón citada por los analistas es que ha desparecido el miedo al 'default' de uno de los países PIIGS: con el macrofondo de rescate europeo y las medidas de ayuda adicionales propuestas por el FMI, ya nadie teme que Portugal, Irlanda o España no puedan pagar su deuda; si eso ocurre, el mercado da por hecho que serán rescatados y que podrán hacer frente a sus compromisos.
A esto se une el alivio sobre la banca que han supuesto los test de estríés. A pesar de las numerosas críticas a los mismos por su laxitud y su falta de homogeneidad, lo cierto es que han servido para convencer al mercado de que ningún gran banco corre el riesgo de caer y que las entidades que sí lo corren serán rescatadas por los Gobiernos y no provocarán un colapso como el que en su día desataron Northern Rock o Lehman Brothers.
De hecho, este aprobado general de las pruebas de estríés es un argumento que citan algunos analistas a favor de esta convicción: si los Estados no han permitido que sus entidades suspendan los test, es porque están dispuestos a hacer lo que sea para evitar su colapso y para dar imagen de solidez de su sistema financiero.
Es decir, que el mensaje que han lanzado los gobiernos y organismos internacionales a los inversores es que saltan con red y que, en el caso de que las cosas se tuerzan, siempre habrá alguien dispuesto a salvarlos y a pagar la cuenta. Justo lo que no tuvieron en 2008. Y en el mercado contar con esa seguridad siempre provoca estampidas compradoras.
Por eso, el actual ataque alcista en las bolsas tiene bastante mejor pinta que todos los fallidos anteriores. En aquellas ocasiones, el precio de los bonos estaba disparado (la rentabilidad se hundía) y el oro andaba por las nubes, porque en los mercados había muchísimo miedo a la crisis de la deuda europea y a la incapacidad de los países perifíéricos para reducir su díéficit público. Una vez desaparecido ese miedo, el ataque a las resistencias puede ser más fácil.