Por... Beatriz De Majo C.
Un reciente trabajo publicado por la revista Business Week da por descontado que un buen manejo estratíégico de las ventajas competitivas que China ostenta en el sector automotriz en la hora actual puede convertir al país asiático en el líder de la industria mundial para dentro de apenas 10 años. El asunto consistiría en enfocarse en la vía de acción correcta y disponer de una visión de largo plazo y, pareciera que la coyuntura actual es la adecuada, ya que los fabricantes de automóviles chinos gozan hoy de 35% de ventaja en costos, en comparación con los países desarrollados en este campo específico.
Una serie de factores presentes en el mundo exterior tenderán a favorecer a este segmento industrial chino: la escasez de recursos financieros, la poca y costosa inclinación a la innovación, la cada vez mayor gravitación gubernamental en estas actividades en Occidente, el fortalecimiento de los mercados de los países emergentes, y la generalización de las tecnologías "verdes".
Adecuadamente aprovechadas las fortalezas que China pueda desarrollar en estos terrenos, y sumadas a la competitividad de sus costos internos, pueden ayudar al gigante a ganar supremacía en un campo en el que hoy nadie le asigna características de excelencia.
Lo cierto es que la exigua tajada que los vehículos chinos tienen en el mercado de los países desarrollados no pasa hoy del 0,1% y ello es atribuible, en gran medida, a la percepción generalizada de la baja calidad de los productos chinos unida a algunas dificultades y percances en el diseño de unidades que han penalizado perversamente su imagen.
La estrategia china para abordar este reto de penetración de los mercados más ricos con espíritu ganador pareciera centrarse en desarrollar tecnologías alternativas más amables con el ambiente y el bolsillo como, por ejemplo, las encaminadas a producir vehículos elíéctricos.
Esa parece ser la apuesta de BYD Auto que se ha encaminado a hacer uso de los estímulos ofrecidos por el gobierno chino a las empresas que invierten en Investigación y Desarrollo y promueven nuevas tecnologías. La masividad en la producción, condición necesaria para alcanzar economías de escala, no es algo difícil de lograr en China en donde los recursos financieros son abundantes y la velocidad de crecimiento de la demanda automotor es la más alta del mundo.
Los exigentes estándares de calidad y de seguridad que aún constituyen el gran escollo de la industria china para su penetración en Occidente podrían ser alcanzados a travíés de la compra de uno de los grandes fabricantes del mundo desarrollado, lo que parece ser la inspiración de Geely al adquirir este año a la sueca Volvo: acortar la curva de aprendizaje. Sin duda que esta es una forma inteligente de introducirse rápidamente en los temas de manejo de marcas, de administración de fuerzas de ventas y de conformación de redes de distribución.
Así pues, pareciera que con una estrategia de este corte y calibre, un íéxito temprano de los chinos pudiera estarse fraguando en la penetración de los mercados de automóviles más exigentes del mundo: Europa y Estados Unidos.