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Autor Tema: La dimensión del hombre...  (Leído 388 veces)

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La dimensión del hombre...
« en: Agosto 11, 2010, 09:14:18 pm »
Por...  Samuel Arango M.

En un reciente viaje a Bogotá, muy temprano en la mañana de lunes, observaba en la sala de espera un grupo humano de singulares caracterí­sticas.

Ellos son bien parecidos, masculinos, perfectamente motilados y peinados, de corbata ancha, maletí­n de cuero ejecutivo, vestido de paño de raya impecable. No se echan loción. Zapatos muy bien lustrados. Leen la prensa, solamente las páginas económicas y tiran con desprecio las deportivas en el asiento vecino. Casi siempre tienen gafas de lectura, (lente pequeño). Las medias son a media pierna y su carrizo es natural y descomplicado. Lo que más caracteriza a esta especie humana es la mirada. Con rapidez analiza a la gente que se encuentra a su alrededor y emite su juicio de valor inmediato: ninguno como íél. Su mirada por encima del hombro, al caminar derechos, habla de que ahí­ va uno de esos ejecutivos jóvenes cuya prepotencia los hace creerse la vaca que más alambrados salta. En su empresa sólo saludan por conveniencia o equivocación. Quienes trabajan con ellos o para ellos son inferiores en la escala de Richter. El hombre, geníérico, es un factor en el proceso productivo.

Recuerdo que una vez en el colegio, el rector me llamó a su oficina. Mientras yo lo esperaba en la salita, la secretaria observó mis nervios evidentes y me dio uno de los consejos más importantes que he recibido en la vida: Me preguntó:

-¿Tiene mucho miedo?

-Sí­, le contestíé tembloroso.

-No es para tanto, el rector es un ser humano como usted, no tiene por quíé temerle. Para que se le quite, cuando entre, imagí­neselo en calzoncillos.

Eso hice, cuando entríé vi al gordito rector en calzoncillos de tarro, o bóxer blancos de bolas negras, como de dálmata. No pude contener una sonrisa. El miedo se habí­a quedado en la sala de espera.

Cuando veo personas tan impotables y ombligo de mundo, recuerdo estas estadí­sticas que nos ponen en nuestro sitio.

Si pudiíéramos reducir la Tierra a una pequeña aldea de exactamente 100 habitantes, manteniendo las proporciones existentes en la actualidad, serí­a algo como esto:

Habrí­a 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas de Amíérica (tanto norte como sur) y 8 africanos.

52 serí­an mujeres.

48 hombres.

70 no serí­an blancos.

30 serí­an blancos.

70 no cristianos.

30 cristianos.

89 heterosexuales.

11 homosexuales.

6 personas poseerí­an el 59% de la riqueza de toda la aldea y los 6 (sí­, 6 de 6) serí­an norteamericanos.

De las 100 personas, 80 vivirí­an en condiciones infrahumanas.

70 serí­an incapaces de leer.

50 sufrirí­an de desnutrición.

1 persona estarí­a a punto de morir.

1 bebíé estarí­a a punto de nacer.

Sólo 1 (sí­, sólo 1) tendrí­a educación universitaria.

En esta aldea habrí­a 1 persona con computadora.

Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan comprimida es cuando se hace más aparente la necesidad de aceptación, entendimiento, tolerancia y educación.

Los nuevos ejecutivos de la sala llevaban calzoncillos de rayas, uno tení­a la punta de la media derecha rota, otro sufrí­a de hemorroides, y todos estaban muy preocupados porque de pronto perdí­an el puesto en la oficina porque están compitiendo con colegas más capaces que ellos. Y menos creí­dos.

Suerte en sus inversiones...


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...