Por... Natalia Kidd
Las tierras en manos de extranjeros en Argentina casi se triplicaron en los últimos diez años, un fenómeno que se extiende por áreas estratíégicas ricas en recursos naturales y que afecta a pequeños pueblos que quedan atrapados dentro de los dominios de los grandes terratenientes.
A inicios de este siglo, unas 7 millones de hectáreas estaban en manos de extranjeros, pero esa cifra se elevó desde entonces hasta las 20 millones de hectáreas, de acuerdo a cálculos de la Federación Agraria Argentina (FAA), patronal que agrupa a pequeños y medianos agricultores y que reclama ponerle un coto a este fenómeno.
"Aquí se combinan dos factores: por un lado no hay ningún tipo de regulación y, por otro lado, los precios de la tierra en Argentina no superan los 20.000 dólares la hectárea en la mejor zona, mientras en la India, por ejemplo, el valor es de 200.000 euros la hectárea", dijo a Efe el diputado Pablo Orsolini, de la opositora Unión Cívica Radical, quien impulsa una iniciativa legal sobre la materia.
El proyecto, presentado en marzo pasado, establece las condiciones para que un extranjero pueda comprar tierras, entre ellas que sea residente, y limita las extensiones a adquirir: por ejemplo, no más de un 25 por ciento del territorio de un municipio o departamento puede estar en manos de extranjeros.
La idea de fijar límites a este fenómeno parece contar con el beneplácito del Gobierno de Cristina Fernández.
El ministro argentino de Agricultura, Julián Domínguez, admitió este semana que "tiene que haber una ley que defienda el derecho de que la tierra argentina quede en manos de los argentinos", uno de los "principales activos" del país que "será muy demandado en el futuro".
Fuentes del Ministerio de Agricultura consultadas por Efe indicaron que el Gobierno no tiene en elaboración un proyecto de ley en este sentido, aunque considera que, debido a las necesidades crecientes de producción de alimentos en todo el mundo y la consecuente búsqueda de tierras productivas, "la propiedad de la tierra argentina debe ser resguardada".
El mayor terrateniente extranjero de Argentina es la familia italiana Benetton, que posee unas 900.000 hectáreas, en su mayoría en la Patagonia (sur) y dedicadas a la producción lanar para su imperio textil.
"Pero hay muchos extranjeros que no compran para producir, sino para posicionarse en lugares con agua, recursos mineros e hidrocarburos y en zonas estratíégicas de frontera ", advirtió Orsolini.
Actualmente, la única norma que limita la posesión de tierras por parte de extranjeros es un decreto de 1944, que restringe las adquisiciones en áreas de frontera y zonas clave para la seguridad nacional, norma que según el diputado no se cumple.
"Por ejemplo, el inglíés Joe Lewis compró tierras en Río Negro y allí construyó una pista de aterrizaje a 500 metros de la costa marítima, una zona de seguridad nacional", apuntó Orsolini.
Lewis, ex propietario de Hard Rock Cafíé, se hizo famoso cuando adquirió 18.000 hectáreas en la Patagonia y cerró el acceso público al paradisíaco Lago Escondido, caso que derivó en una causa judicial.
"Muchas de las tierras que pasaron a manos extranjeras están en la frontera, una situación que nos pone en peligro más allá de la cuestión productiva. Son tierras que tienen, además de su valor de mercado, un valor por los recursos naturales que tienen", dijo a Efe el presidente de la Comisión de Uso y Tenencia de la Tierra de la FAA, Omar Príncipe.
Otros grandes terratenientes famosos son el empresario de medios estadounidense Ted Turner, el suizo Jacob Suchard, dueño de Nestlíé, y el empresario húngaro George Soros.
Según Príncipe, hay muchos casos en que está "en juego el arraigo de los pobladores tradicionales que son expulsados".
Por ejemplo, la fabricante estadounidense de helicópteros Poquiteros compró 117.000 hectáreas en la norteña provincia de Catamarca con 300 familias dentro.
Otro caso emblemático es el del magnate estadounidense Douglas Tompkins, quien adquirió una vasta extensión en los Esteros del Iberá (noreste), una área rica en fauna y agua dulce que el empresario dice querer proteger.
"Tompkins ha expulsado a los pobladores y cerró las escuelas y los puestos sanitarios porque dice que los pobladores, que están allí hace varias generaciones, son depredadores de los recursos naturales", señaló Orsolini.
Mientras la iniciativa para poner límites a este fenómenos espera ser debatida en el Parlamento, "hay 15 millones de hectáreas que se ofrecen a la venta, con la posibilidad de que pasen a manos extranjeras", advirtió Príncipe