Por... RAMON BESA
El Barí§a juega bien, seguramente mejor que nadie, y a cambio gestiona mal, una cosa por otra parte muy común en el fútbol, y más en un club más a gusto con una plantilla corta que amplia porque le resulta más fácil controlar los egos de sus estrellas. Así se explicaría que no sólo haya sido incapaz de resolver los problemas que tenía pendientes en verano, como eran el fichaje de Cesc y el traspaso de Ibrahimovic, sino que añadiera un tercero como la devolución de Chigrinski al Shaktar Donetsk para pagar la nómina de jugadores, un acto muy mercantil, poco deportivo.
Aunque a Rosell se le puede recriminar su actitud populista con respecto a Chigrinski, poco pudo hacer por Cesc e Ibrahimovic, o en caso contrario Laporta habría cerrado las dos operaciones con la misma diligencia que firmó el contrato de Villa. Ibrahimovic, a fin de cuentas, fue la solución que se le ocurrió a Laporta cuando regresaba de fichar a Chigrinski y paró en Milan para soltar a Eto‘o. La situación actual del sueco se explica a partir de cuanto ocurrió con el cameruníés nada más llegar Guardiola al Camp Nou. El entrenador pidió que se traspasara al cameruníés en el mismo lote que Deco y Ronaldinho. Al final, sin embargo, el club no encontró una salida para Eto‘o y sus goles fueron capitales para que el equipo azulgrana ganara el triplete. Acabada la temporada, sin embargo, el tíécnico insistió en dar puerta al delantero centro y al presidente no le quedó más opción en su negociación con el Inter que la de aceptar a Ibrahimovic como contrapartida.
Y el sueco no se ha ha integrado en el Barcelona, como ya auguraban entendidos de la talla de Sacchi o intermediarios de la talla de Minguella, incluso despuíés que su presentación convocara a más de 50.000 aficionados, una cifra ríécord en un club que se ha distinguido por reunir a los mejores futbolistas de la historia.
Ocurre que más allá de cuantos calificativos ha merecido por parte de la crítica, desde “catamañanas†a “figuraâ€, Ibrahimov se ha movido en una onda diferente a la del equipo, igual que si fuera un cuerpo extraño, un jugador que para bien o para mal ha sido un punto y a parte y no ha funcionado como solución de continuidad del fútbol barcelonista. Ningún partido refleja mejor la vida de Ibracadabra en el Barcelona que el disputado en el Emirates Stadium. Desafortunado en el tiro cuando mejor jugaba el equipo, justo en el momento en que sólo tenía que poner la puntera, marcó dos goles estupendos a la que el encuentro se puso cuesta arriba y pudo ejercer de ariete como en los tiempos del Inter, días en que recepcionaba al espacio los cambios de orientación de los centrales y los medios. La meritoria actuación de Ibrahimovic en Londres fue sepultada en la vuelta por cuatro goles de Messi.
El rival de Ibrahimovic ha sido Messi de la misma manera que tambiíén lo fue de Etoío. La mejor versión del argentino, que coincidió cuando se situó como falso 9, apareció a cambio de empeorar al sueco. Nadie ha interpretado mejor a La Pulga que Guardiola y, a diferencia de Maradona, el tíécnico catalán ha montado el equipo para que el argentino se exhiba. Los canteranos de La Masía, hoy campeones del mundo, lo comprendieron muy pronto, de ahí que aplaudan fichajes como el de Villa y abonen el regreso de Cesc. ¿Ibrahimovic? Va por su cuenta y, por tanto, se pliega a la mayoría y deja de desafiar a Guardiola o sus horas, como parece, están contadas. No ha lugar para los solistas en el Barí§a.
