Por... KIM GAMEL
Una prisión de 40 millones de dólares construida en el desierto al norte de Bagdad está vacía. Un hospital pediátrico de 165 millones de dólares está sin usar en el sur de Irak. Un sistema de tratamiento de aguas construido por 100 millones en Faluya ha costado más de tres veces lo planeado originalmente, pero las aguas albañales aún fluyen por las calles.
En momentos en que Estados Unidos reduce su presencia militar en Irak, está dejando atrás centenares de proyectos abandonados o incompletos. Más de 5.000 millones de dólares en fondos de los contribuyentes norteamericanos han sido desperdiciados: más de 10% de los 50.000 millones gastados por Estados Unidos en la reconstrucción de Irak, de acuerdo con auditorías de una oficina gubernamental norteamericana.
La cifra casi seguramente es un estimado bajo, basado en un análisis de más de 300 reportes de auditores del inspector general especial para la reconstrucción de Irak, pues no toma en cuenta los costos de seguridad, que han sido de hasta 17% para algunos proyectos.
Ha habido algunos íéxitos. Centenares de estaciones policiales, fuertes fronterizos y edificios gubernamentales han sido construidos, las fuerzas de seguridad iraquíes han mejorado luego de años de entrenamientos y un puerto de aguas profundas en el centro petrolero sureño de Umm Qasr ha sido restaurado.
Sin embargo, incluso proyectos completados a menudo no alcanzan los objetivos originales, de acuerdo con una revisión de The Associated Press de centenares de auditorías e investigaciones y visitas a varios sitios.
Y aún no se puede decir a ciencia cierta si el programa ha alcanzado su objetivo de generar una buena voluntad en Irak hacia Estados Unidos en lugar de hacerlo hacia los insurgentes.
El coronel Jon Christensen, que recientemente asumió la jefatura del cuerpo de ingenieros del ejíército estadounidense en la región del Golfo Píérsico, dijo que la agencia federal ha completado más de 4.800 proyectos y se está apresurando para terminar otros 233. Unos 595 han sido cancelados, mayormente por razones de seguridad, dijo.
Christensen admitió que se han cometido errores, pero dice que se han dado pasos para corregirlos y que el íéxito del programa dependerá al final de los iraquíes, quienes para empezar se han quejado de que no se les consultó para los proyectos.
"Hay límites para lo que podemos hacer", dijo Christensen. "Mucho de ello resta en lograr que ellos (los iraquíes) se hagan cargo".
El programa de reconstrucción en Irak ha tenido problemas desde el inicio poco despuíés de la invasión de 2003. Washington se vio obligado a reducir numerosos proyectos en momentos en que sus costos aumentaban, a veces al doble o el triple de las proyecciones iniciales.
Como parte de la nueva estrategia a partir de 2007, las fuerzas estadounidenses centraron sus esfuerzos en proteger a los iraquíes y ganarse su confianza.
Los soldados estadounidenses comenzaron a requerir los servicios de contratistas para pintar escuelas, reparar piscinas y supervisar centros de distribución de agua en barrios, pero a veces los esfuerzos militares y civiles de reconstrucción fueron malamente coordinados y se cruzaban.
Uno de los mayores ejemplos está en el desierto, visible desde la carretera de Bagdad a Khan Bani Saad: Una prisión completa, con 12 torres para guardias y rodeada de altos muros de concreto, completamente vacía.
El proyecto originalmente debía haber entrado en funciones para finales de 2005, pero la violencia en la región y otros problemas retrasaron las obras, hasta que fue abandonado en junio de 2007, cuando el gobierno estadounidense decidió entregarlo al ministerio de Justicia de Irak.
El ministerio se negó a "completarlo, ocuparlo o proveer seguridad para el complejo", que ahora se erige inconcluso, en medio de pilas de ladrillos y rollos de alambradas.
"No va a tener jamás un solo prisionero iraquí", dijo el inspector general Stuart Bowen, que ha supervisado los proyectos de reconstrucción desde el inicio. "Cuarenta millones de dólares desperdiciados en el desierto".