Por... ALMUDENA CALATRAVA
BUENOS AIRES -- Llevar miles de dólares en el bolsillo en un lugar público es algo arriesgado en cualquier parte del mundo. Pero eso no parece amedentrar a los argentinos, que transitan por la calle con grandes cantidades en efectivo y son un blanco atractivo para los asaltantes.
Políticos y economistas consultados por AP atribuyen la costumbre de manejarse con un exceso de dinero líquido en parte a la resistencia generalizada a hacer uso de los instrumentos bancarios como transferencias electrónicas, cheques y tarjetas de críédito y díébito.
Los argentinos tienden a usar efectivo para todo tipo de transacciones, incluso las que involucran sumas elevadas, como la compra de una casa.
Ello obedece en buena medida a los altos costos y engorrosos procedimientos que suponen estas operaciones en los bancos y al hecho de que "el 40% de la economía está en negro y trata de no entrar en el sistema bancario para no quedar registrada", dijo a AP el diputado Federico Pinedo.
Las operaciones en la economía sumergida se producen "en todos los niveles empresariales", sostiene el economista Marcelo de las Carreras.
"Hay grandes compañías argentinas que tienen una parte importante de los sueldos del plantel jeráquico en negro. En las Pymes (pequeñas y medianas empresas) esto es generalizado; quieres comprar lo que se te ocurra y no te dan factura", afirmó a AP.
Para el escribano Ponciano Vivanco la razón por la que la gente "trata de evadir todo lo que puede" está en que "la presión tributaria llega casi al 65%".
"De cada 100 pesos que uno gana, 65 se los debe al Estado en forma de diferentes impuestos, por eso hay tanta economía en negro", aseguró.
Es evidente que los arrebatadores se aprovechan de la importante cantidad de dinero en efectivo que hay circulando por la calle. Abundan los casos de robos a personas cargadas de fajos de billetes.
En el primer semestre de este año se denunciaron 4.998 episodios de este tipo, según Luis Vicat, asesor de seguridad que lleva estadísticas de estos asaltos en vista de que el gobierno no suministra cifras desde el 2007.
Uno de los episodios que más han impactado fue el que sufrió el 29 de julio una mujer con un embarazo muy avanzado de la ciudad de La Plata a la que varios delincuentes le sustrajeron 10.000 dólares en la moneda estadounidense y unos 13.000 pesos (3.290 dolares).
Los había sacado poco antes de un banco y pensaba invertirlos en la compra de una vivienda, según explicaron sus familiares.
Por ese asalto, en el que recibió un disparo, Carolina Píparo terminó perdiendo a su bebíé. Ahora intenta recuperarse de sus heridas.
Otra víctima reciente fue el contador del futbolista Fabián Cubero, a quien le sustrajeron decenas de miles de pesos, según relató el propio jugador a periodistas.
El defensor de Víélez Sarsfield y esposo de la popular modelo Nicole Neumann no precisó cual fue la cifra robada, aunque medios de prensa indicaron que eran más de 600.000 pesos (unos 151.000 dólares).
"Estas cosas pasan a diario. Hay que acostumbrarse a que te roben y agradecer que no te maten", afirmó el futbolista a periodistas.
El contador de Cubero se retiró de un banco con el dinero en un bolso. Cuando llegó a una cochera donde había dejado su automóvil fue abordado por dos delincuentes que se le acercaron en una moto y le arrebataron todo.
Pocos días despuíés se hizo público que a un empresario le habían sustraído una considerable cantidad de efectivo con el que iba pagar los salarios de sus empleados, tal como explicó su esposa a la prensa.
Con frecuencia las personas asaltadas son abordadas por delincuentes motorizados poco despuíés de salir de una entidad financiera, según se desprende de las investigaciones policiales.
Lo irónico es que los argentinos no confían en los bancos pero guardan su dinero allí, generalmente en cajas fuertes. Y cuando lo van a retirar, son presa fácil para los ladrones.
"La plata (dinero) grande está en cajas de seguridad (en los bancos) y no en cuentas bancarias", dijo Pinedo.
La policía dice que a menudo, al retirar su dinero, las víctimas son "marcadas" dentro de la entidad financiera por un cómplice de los ladrones.
Todos estos hechos dispararon el debate público acerca de cómo mejorar la seguridad en las entidades financieras.
Vivanco critica la existencia de impuestos "altísimos y distorsivos" que fomentan la resistencia de la gente a usar instrumentos financieros y por ende alimentan la economía sumergida, como el llamado impuesto al cheque y el impuesto de sellos.
Cada vez que una persona deposita en su cuenta un cheque, el banco le debita el 0,6% por la acreditación del mismo. En tanto, si emite un cheque sobre su cuenta para pagar por ejemplo un impuesto, una factura o servicios, el banco tambiíén cobra el 0,6%.
Se llega así a la suma del 1,2% de impuestos en la operación de acreditación y díébito de cheques en una misma cuenta, los cuales van al Estado, explicó el escribano Vivanco.
En tanto, el impuesto de sellos grava la instrumentacion de cualquier acto a título oneroso, como un contrato de arrendamiento o una hipoteca. La compra-venta de inmuebles en la capital paga el 2,5% de ese impuesto, y en todas las jurisdicciones no baja del 2,5 o 3%.
Ese 2,5% de impuesto en una casa de 200.000 dólares supone 5.000 dólares.
"Esto hace que -pese al aumento de los controles del gobierno en el sector inmobiliario- la gente tienda a mentir sobre el monto real de las operaciones", dijo.
Destacó que el 90% de las compra-ventas de inmuebles en la capital argentina se pagan con efectivo y en billete dólar. "Es muy raro que se haga por transferencia electrónica. Además el 50% de las operaciones se hace en negro".
Por otro lado, la opinión generalizada es que los argentinos necesitan ver los billetes sobre la mesa.
Con una transferencia electrónica, el vendedor de una casa puede argumentar que no va firmar la escritura hasta tanto no vea el dinero en su cuenta bancaria, lo que puede tardar dos o tres días si aquella está en el exterior, señaló el analista financiero Marcelo de las Carreras.
Por otro lado es muy posible que un comprador se niegue a transferir el dinero hasta que no se escriture.
"¿Cómo se soluciona eso? El comprador lleva los billetes delante del que vende, los dos los cuentan y ahí, ante el escribano, firman la escritura", señaló De las Carreras, quien criticó además la burocracia de los bancos argentinos para transferir dólares.
Vivanco destacó la desconfianza del común de la gente en el funcionamiento del sistema financiero. Creen que van a surgir problemas y rechazan el exceso de trámites burocráticos.
"Además, los bancos nos estafaron hace poco tiempo. Al que tenía depositados dólares le devolvieron pesos y muchos perdieron el 70% de sus ahorros y hacen culpable de esto a las entidades financieras, que por otro lado cumplían las reglas" impuestas por las autoridades, señaló.
El histórico rechazo al sistema bancario se infensificó despuíés del 2001, cuando los argentinos se sintieron víctimas de abusos como el "corralito" y el "corralón", prácticas que limitaban las extracciones de efectivo y congelaban los depósitos a plazo fijo.
Fueron impuestas durante la peor crisis económica que se recuerde en el país, cuando la fuga de capitales era imparable.
Pinedo destacó que en la preferencia por el efectivo influye el hecho de que Argentina sufrió durante varias díécadas distintos periodos inflacionarios.
Ello contribuyó a generar una cultura por la cual "la gente está deshaciíéndose todo el tiempo de dinero en efectivo", ante la perspectiva de que el peso se pueda depreciar más y más, señaló Pinedo.