Las dudas sobre la deuda soberana, que se habían moderado en el último mes, han vuelto y no sólo afecta al grupo de países bautizado como 'PIIGS', sino que los países del este están notando las consecuencias de estos temores. Hungría, Rumanía y Serbia, que tuvieron que ser rescatadas en 2009, están encontrando dificultades para vender nuevas emisiones de deuda, pese a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) apoya los títulos.
El recorte del gasto público de los gobiernos de los tres países para reducir sus díéficits fiscales debilita el poder de las administraciones y ha generado preocupación entre los inversores sobre la recuperación de dichos países. Entre los tres acumulan ayudas por parte del FMI por valor de 43.000 millones de euros y Rumanía es el más endeudado.
Serbia no ha conseguido la demanda necesaria para cubrir algunas de las últimas emisiones que ha hecho desde junio, según los datos recogidos por Bloomberg, mientras que Rumanía no ha conseguido vender ningún título en las cuatro emisiones que ha lanzado desde que anunció el plan de austeridad en julio y sólo ha conseguido colocar parte de los bonos emitidos en otras diez ocasiones. Por su parte, la última subasta que realizó Hungría tampoco atrajo suficientes inversores.
La rentabilidad de los bonos de los tres países se ha disparado ante la falta de confianza de los mercados, tal y como subraya un analista. La deuda a corto plazo de Serbia ha visto como su cupón se dispara hasta el 10,7%, mientras que la rentabilidad de los títulos rumanos han subido hasta el 6,29% y el coste de la deuda a corto plazo de Hungría se ha elevado hasta el 5,47%. Una evolución que contrasta con la de la deuda de otros países, como, por ejemplo, la república Checa, que pagó una prima del 0,82% el mes pasado o los costes que afrontó Polonia en el último coste, que se redujo desde el 4,67% frente al 4,75% anterior.
"Obviamente, los tres comparten los mismos problemas macroeconómicos, que les ha forzado a buscar la protección del FMI", explica una analista de BNP Paribas, que considera que "su necesidad de refinanciación está muy por encima de la del resto de países de la región", según cita Bloomberg.
Tras acogerse a los rescates del FMI, los tres países tuvieron que comprometerse a reducir su díéficit mediante la congelación del gasto público y de las pensiones. Sin embargo, Hungría ha puesto problemas a los planes de la institución. Y en agosto, el comisario europeo de Asundos Económicos, Olli Rehn, advirtió a Hungría sobre el peligro que representa su díéficit. Las negociaciones entre Hungría y el Fondo Monetario Internacional y la UE terminaron en julio cuando el Primer Ministro húngaro, Viktor Orban, se negó a comprometerse a reducir la deuda del país por debajo del 3% del PIB en 2011 porque cree que necesita más medidas para estimular la economía.
Los analistas destacan que este enfrentamiento del gobierno húngaro con el FMI incrementa la desconfianza sobre el país y genera nerviosismo entre los inversores.