Un caso típico es el de Gnanatilleka Baddewithana, una niña nacida el 14 de febrero de 1.956 en Ceilán, y que a la edad de un año comenzó a hablar de otros padres. Doce meses despuíés empezó a dar datos sobre su anterior familia, aunque era incapaz de determinar donde vivían. La niña afirmó que se encontraban en la ciudad de Talawakele tras hablar con unas personas que venían de allí. Entonces, dando la dirección y los nombres de sus padres anteriores quiso verlos. El venerable Piyadassi Thera y el Sr. H. S. S. Nissanka, de Kandy los localizaron con los datos aportados por la niña.
El 9 de noviembre de 1.954 había muerto un niño llamado Tillekeratne perteneciente a una familia de aquella localidad nacido el 20 de enero de 1.941. En 1.960 la niña viajó a la población, pero aunque reconoció varias edificaciones su anterior vivienda ya no existía y no se pudo encontrar a sus habitantes. Volvió de nuevo al año siguiente. Tras verificar sus recuerdos de varias personas relacionadas con su antigua vida, el venerable Piyadassi Thera, en una habitación del segundo piso de una posada, junto con sus padres, tres testigos ajenos a las dos familias implicadas, y el Sr. D. V. Sumithapala, profesor del niño fallecido, hizo pasar ante Gnanatilleka diferentes personas preguntándole simplemente: "¿Conoces a esta persona?". Los aciertos fueron espectaculares, llegando a distinguir a su salida de la posada a dos personas mezcladas entre la multitud.
No sólo se acordó de hombres y mujeres, tambiíén dio referencias de objetos y situaciones como el paso por Talawakele el 15 de abril de 1.954 del tren de la reina Isabel; la falta de cocoteros cerca de la ciudad; costumbres diferentes a las que conocía, como verse obligados a comprar la leña; narración de una leyenda enseñada por el profesor al difunto. Sin embargo, al igual que ocurre en la dramatización del trance de un míédium las demostraciones subjetivas sobre particularidades de su identidad anterior, eran las que más impactaba a sus familiares: el cariño demostrado al reconocer a sus padres, la preferencia por una hermana mayor y la hostilidad con su hermano, una clara inclinación por el color azul, el apasionamiento hacia su antiguo maestro de escuela.
Por otro lado, la niña mostraba pese a su corta edad tendencias viriles. Una vez les había dicho: "Era chico. Ahora soy chica", y al propio Stevenson le llegó a asegurar que cuando era chico deseaba ser chica, y cuando se le preguntó cómo era más feliz respondió que como chica.
Las causas de la muerte del niño habían sido oscuras, ya que padeciendo un tipo indeterminado de infección en las vísceras su enfermedad se complicó con las heridas producidas al caer de un carro. Tras ser hospitalizado murió al cabo de unos diez días. Gnanatilleka mostraba un miedo especial a los míédicos y procuraba no subirse a sitios que le hicieran correr el peligro de caer.
Siendo consciente de que cuando se plasman antiguas cicatrices y señales del difunto en el niño reciíén nacido, la verosimilitud de la reencarnación se acrecienta de modo notable, Stevenson se encontraba al corriente de la herencia geníética de lunares y señales corporales estudiando los escasos trabajos publicados en sus días, incluyendo los del español C. A. Maruri. En diferentes países y culturas dio con el fenómeno sin que, como en el estudio de los indios tlingit, las explicaciones geníéticas no parecían ser las más plausibles.