Los partidarios modernos de la teoría conspirativa aseguran que el clima prerrevoluciona-rio fue producto de las conspiraciones urdidas por tres fuerzas ocultas estrechamente relacionadas: las altas finanzas internacionales, las maquinaciones de los gobernantes enemigos y la masonería, que aportó su ideología democrática y a la que pertenecía Necker, responsable de la bancarrota económica del reino. Aseguran que en la preparación del estallido tuvieron un papel ocultistas famosos que pululaban por la corte francesa: el aventurero Casanova, el marquíés de Sade, el alquimista y agente secreto conde de Saint-Germain y el políémico Cagliostro, fundador de una masonería egipcia. Se dice que cuando este último -a quien se atribuye haber predicho la fecha y circunstancias de la Revolución- fue detenido e interrogado por la Inquisición, confesó haber encontrado cerca de Frankfurt a dos jefes secretos de los Iluminados. Al parecer íéstos le hicieron formular, bajo el lema «Nosotros, grandes maestres de los templarios», un juramento, comprometiíéndose -junto a otras once personas- en la venganza del Temple y la supresión violenta de todos los díéspotas. El plan preveía la supresión de la monarquía francesa y el posterior ataque a los estados italianos, hasta destruir el poder del Papado. Para su realización, habrían reunido enormes fondos clandestinos y contarían con una tupida red de espías en todas las cortes europeas.
Aseguran que el complot se tramó en la Sociedad de la Armonía, fundada por el masón Mesmer. Con el pretexto de estudiar el magnetismo animal, se reunían allí para sentar las bases de una monarquía liberal conspiradores masónicos como La Fayette y el duque de Orleáns, que había fundado el Gran Oriente de Francia -de tendencia racionalista- y provocando una escisión en la esoterista Gran Logia francesa. El duque, primo del rey a quien aspiraba a sustituir, se convertiría en el cabecilla de la intriga, invirtiendo su inmensa fortuna en financiar cuidadosamente la preparación de la revuelta. Las 69 logias militares se habrían encargado de que el Ejíército no impidiese la misma.
Los conspíranosos afirman que algunos revolucionarios, pertenecientes a sociedades secretas en las que hacían un juramento de vengar a Molay, se encargaron de llevar a cabocuidadosamente este crimen ritual. Es posible que así fuera, pero tambiíén que lo hiciesen fascinados por la leyenda templaría y no como parte de un plan histórico. Como tambiíén es probable que grupos o personajes como el ambicioso D'Orleáns utilizasen el mito de la venganza con fines políticos favorables a la revolución. Con la intención de eliminar al rey, el duque empleó los servicios mágicos del judío y maestro en ocultismo hebreo de masones ilustres, Falk Schek, quien ya había ayudado en operaciones alquímicas a Richelieu.
Si bien es cierto que masones fueron algunos de los más notables líderes revolucionarios, como Marat, Danton, Robespierre, Mirabeau, Talleyrand o La Fayette, y que cuando se constituyeron los Estados Generales eran masones 477 de los 578 representantes del pueblo, así como 90 diputados del pueblo, la historiología moderna asegura que la masonería no fue más que un vehículo de las ideas liberales que promovieron la revolución. Y afirma tambiíén que los masones que participaron en ella lo hicieron sin seguir plan alguno de sus logias. Durante íésta, muchos masones influyentes -incluidos algunos conspiradores- fueron encarcelados o ejecutados; la masonería, acusada de abrigar a los contrarrevolucionarios y prohibida, como ocurrirá en casi todos los regímenes totalitarios.
Tras su llegada al poder, Napoleón, admirador de los templarios y presunto iniciado en varias órdenes secretas, convierte a numerosos masones en sus principales colaboradores e impone como gran maestre a su hermano. Las logias militares expanden por Europa los ideales masónicos-republicanos, pero tendrán que batirse reiteradamente con otros masones, corno lo fueron numerosos militares británicos y los destacados uniformados hispanos de los años 30. No obstante, su pretensión de instaurar un Imperio Universal provoca su caída, a la que no son ajenas sociedades secretas como la del León, los Filadelfos, los Hermanos Negros, laTugendbund y los Carbonarios, quienes habían acogido a parte de la oposición masónica.