Por... Alfredo Jalife-Rahme
Antecedentes: más que nunca mantenemos nuestra hipótesis operativa de que es el sector geofinanciero –donde sigue reinando contra vientos y mareas la unipolaridad dolarcíéntrica– el que decidirá el "híbrido orden multipolar" (título de nuestro próximo libro) cuando en el ámbito geoestratíégico existe un empate bipolar entre Estados Unidos y Rusia, así como en el segmento geoeconómico se despliega otro empate tripolar tíécnico entre la Unión Europea, Estados Unidos y el BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China) –medido por el PIB– con las tendencias a favor de este y en detrimento del G-7 (con excepción de Canadá, gracias a sus hidrocarburos, agua, minería y su diminuta cuan educada población en proporción a su vasto territorio).
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Retorna el reinado de las materias primas con un corte más economicista (v.gr el G-20), mientras se desvanece la aciaga etapa financierista del modelo "anglosajón" –tíérmino muy específico que indispone a los filosionistas locales, pero que usan comúnmente los conocedores del tema desde LEAP/Europe 2020 (centro de pensamiento geoeconómico y geofinanciero), pasando por De Defensa (centro de pensamiento geoestratíégico europeo), hasta el propio inglíés Ambrose Evans-Pritchard (editor de negocios internacionales del rotativo británico The Daily Telegraph).
La transición del especulativo financierismo al más tangible economicismo, con su nuevo reflejo de divisas multipolares creíbles (ver Bajo la Lupa, 21/07/10), no será sencilla debido al respaldo nuclear del complejo militar-industrial de Estados Unidos que cobija al dolarcentrismo prácticamente unipolar (que concentra alrededor de 65 por ciento de las transacciones globales de divisas frente al 25 por ciento del vapuleado euro).
La genuina tragedia global de los tiempos posmodernos radica en que el dólar estadunidense (en contraste con los más respetables de Canadá y Australia, apuntalados por sus materias primas) constituye el peor papel-chatarra de la creación (tíécnicamente expresado) y que, pese a ello, mantiene su hegemonía unipolar debido a la falta de sucedáneos creíbles, tanto de su rival geoestratíégico (Rusia) como de sus rivales geoeconómicos (el restante del BRIC).
En forma llamativa, la página principal del Fondo Monetario Internacional (FMI) publica un documento sobre la "desdolarización" (No.10/188; 06/08/10). Por lo visto, ya pasó el delirium tremens que padecieron los cordobistas Zedillo y Guillermo Ortiz Martínez (respectivamente creador y gestor del "efecto Tequila" que desembocó en la desnacionalización de la banca mexicana, en colusión con el banco israelí-estadunidense Goldman Sachs) para sustituir al peso mexicano con la dolarización.
¿Se cayó el "amero", la divisa común del TCLAN, pregonada en las catacumbas monetaristas por Vicente Fox y Robert Pastor (asociado del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, además de yerno de Robert McNamara, ex secretario del Pentágono y ex mandamás del Banco Mundial)?
Un reciente reporte de la ONU ya había reclamado el abandono del dólar estadunidense como principal divisa de reserva que, además de su inherente inestabilidad, ha sido incapaz de sostener su valor, lo cual ha afectado enormemente a las pletóricas reservas de los países en vías de desarrollo (Reuters, 01/07/10) –es decir, la aplastante mayoría del planeta.
El reporte de la ONU aboga por la sustitución del dólar estadunidense por los controvertidos "derechos especiales de giro" (SDR, por sus siglas en inglíés) que usa el FMI como unidad de pago y que representan una obsoleta canasta de solamente 4 divisas selectivas (dólar estadunidense, euro, yen nipón y libra esterlina).
Hechos:
Stephen C. Webster, del portal The Raw Story (05/08/10), espulgó un documento del FMI (del 13/04/10) que había pasado desapercibido –descubierto por Izabella Kaminska, de la sección Alphaville del The Financial Times (04/08/10)– sobre su propuesta de lanzar una divisa global, el "bancor" (en homenaje al cíélebre economista británico John Maynard Keynes, inventor del tíérmino).
Webster comenta que "los principales países industrializados se encuentran ansiosos (sic) para disminuir su dependencia del dólar estadunidense", cuando "China y Rusia han impulsado en forma sutil una nueva reserva divisa global" para otorgar a "los gobiernos del mundo una estabilidad económica mejorada en caso de una mayor fluctuación del valor del dinero".
No es ningún secreto: Estados Unidos tiene secuestrado al planeta entero con su papel-chatarra de color verde que imprime alegremente para financiar las guerras que libra en varias partes del mundo, así como para eternizar sus colosales díéficit de todo gíénero.
Webster se asombra de lo lejos que ha zarpado el FMI en su planeación para conceder a los SDR el carácter formal de una divisa global "legítima".
El reporte del FMI examina –por cierto, a toro pasado– las "imperfecciones" de las estructuras bancarias de las reservas de los países cuyas inmensas acumulaciones pueden poner al "sistema" en "riesgo" y bajo "choques ocasionales".
Es evidente que ahora el FMI le tiene pánico a la tenencia de reservas –sin contar los fondos soberanos de riqueza (SWF, por sus siglas en inglíés)– de los países asiáticos en general y de lo que hemos denominado el "circuito íétnico chino" (China continental, Hong Kong, Macao, Taiwán y Singapur), en particular.
El punto nodal del reporte del FMI se centra en convertir el "dinero interno" de los SDR en "dinero externo" que sea intercambiado por los gobiernos. Aquí, obviamente, las entidades "privadas" ni pintan.
A juicio del FMI "la mejor manera de asegurar (sic) el sistema monetario internacional en su fase poscrisis (sic) es lanzar actualmente una divisa global": el "bancor".
Con mucho atraso el FMI se percata que “la acumulación de las reservas se ha acelerado dramáticamente (sic) en la díécada pasada, en particular desde 2003-04 (Nota: en el intermezzo de las guerras bushianas contra Afganistán e Iraq). A finales de 2009 se elevaron a 13 por ciento del PIB global, duplicando sus niveles de 2000, y a más de 50 por ciento del total de las importaciones de bienes y servicios. Los mercados emergentes detentan 32 por ciento de su PIB (28 por ciento, cuando se excluye a China)â€.
Las tenencias de las reservas "se han vuelto cada vez más concentradas, con la mitad del total en manos de solamente cinco países", sin contar los "fondos soberanos de riqueza".
El FMI reconoce su impotencia ante el poderío geofinanciero unipolar de Estados Unidos: "es improbable (¡súper-sic!) que las ideas discutidas (sic) que se materialicen en el futuro visible (sic) si no existe un cambio dramático (¡extra-súper-sic!) por el apetito (sic) de la cooperación internacional". Pues sí: Estados Unidos y Gran Bretaña no van a soltar el control geofinanciero global a cambio de nada y, a nuestro juicio, son capaces de llevar al mundo a una tercera guerra mundial con el fin de mantener su hegemonía.
La políémica propuesta del FMI, muy soterrada en su difusión, causará intensos debates, cuando el mundo tiende más bien a la regionalización multipolar de las divisas.
Pasar de la unipolaridad del dólar estadunidense a otra unipolaridad del "bancor" –aunque infinitamente mejor– perpetúa por otras vías la hegemonía de los mismos actores que tienen postrado al planeta entero con sus vulgares especulaciones.