Fuente elEconomista
Kieber, un empleado de banca, robó los datos de 5.828 defraudadores que ocultaban su dinero en el paraíso fiscal de Liechtenstein y los vendió a distintos países. Alemania le pagó cinco millones de euros, en Internet pagan siete millones a quien acabe con su vida.
Trece países se han beneficiado de los datos sustraídos por Heinrich Kieber, un trabajador de LGT, el banco más importante de Liechtenstein, que un buen día decidió sustraer una cinta que contenía información sober 3.929 sociedades de fideicomiso y fundaciones tapadera de todo el mundo, datos minuciosos sobre 5.000 millones de euros en dinero negro procedente de 5.828 defraudadores, entre los que había 67 españoles con 170 millones que debían haber estado en poder de Hacienda, según publica este fin de semana XL Semanal en un amplio reportaje.
Kieber, de quien se publica en estos días una biografía, resulta ser todo un personaje. De madre española, vivió en España, donde estudió en Barcelona e, incluso, ejerció de DJ en Ibiza.
Al parecer, robó los datos por venganza, trató de chantajear al mismísimo príncipe Hans-Adam II de Liechtenstein -por lo que fue condenado a tres años de libertad vigilada- y acabó vendiendo la cinta a los servicios de espionaje alemanes por cinco milllones.
Gracias a su acción, el estado alemán ya ha recuperado 220 millones de euros gracias a que los evasores fiscales se autoinculparon al ver que habían sido descubiertos. España, por su parte, ha recuperado tambiíén buena parte de lo que le habían sustraido: 61 de los 67 defraudadores ya se han puesto al día con Hacienda.
Desde hace tres años, Kieber se encuentra en paradero desconocido, escondido por los servicios secretos. Mientras, Liechtenstein lo ha puesto en búsqueda y captura y en Internet, en una web se ofrecen siete millones por su cabeza.