Por... Hernán González Rodríguez
Algunos destacados directores de nuestras autoridades monetarias consideran como aspecto positivo de la revaluación o apreciación del peso el que nos permita íésta importar bienes a precios reducidos. Ciertamente, y les añado algo que no mencionan, así como adquirirlos de contrabando, subfacturados y financiados por dineros ilícitos y, además, abaratados por las devaluaciones artificiales de países como China.
Olvidan o ignoran que el contrabando participa hoy hasta con un 20% de sectores de nuestra economía como textiles, confecciones, calzado, repuestos, licores… Justifican ellos la fortaleza del peso como resultado de la confianza de los inversionistas extranjeros en nuestro país, lo cual considero aceptable hasta cierto punto, mas no tanto como para que figure el peso hoy como una de las monedas más fuertes del mundo.
El resultado de estos miopes puntos de vista saltan a la vista: 1. Imposibilidad de que nuestras empresas compitan con equidad, sin competencias tan desleales, tanto en el mercado domíéstico como internacional. 2. Inseguridad rampante en todas nuestras ciudades importantes ante la incapacidad de nuestro sistema productivo de emplear o absorber a jóvenes y desplazados. 3. De nuestras autoridades monetarias dependerá atenuar los síntomas de la enfermedad holandesa causada por el auge minero.
Según Nouriel Roubini, el economista que vaticinó la recesión mundial de 2008, sostiene que casi todos los países del orbe han intervenido temporalmente sus monedas para aliviar los efectos nefastos de la apreciación y la volatilidad de sus tasas de cambio. Hasta Japón intervino el 14 de septiembre pasado.
Las herramientas que se utilizan para atenuar son cuatro: elevar o rebajar las tasas de interíés; comprar, recoger o esterilizar dólares; pasar de los díéficits a los ahorros fiscales; y controlar el ingreso de los capitales “golondrinas y de las drogasâ€.
Se considera que en economía no existen medidas perfectas, sin consecuencias negativas al lado de las positivas. La clave estriba en tomar las medidas con mayores aspectos positivos. Algunos colombianos aceptamos pagar un poco más con tal de asegurar la paz social.
¿Por cuáles razones no ejerce Colombia mayor control sobre los capitales del narcotráfico? Porque nosotros empleamos las herramientas aludidas en forma tímida y tardía, por culpa de la absurda descoordinación entre el Ejecutivo, el Legislativo y el despistado y nocivo poder Judicial. Hasta los activos del narcotráfico prosiguen en sus manos.
Perú, donde sus instituciones parecen funcionar mejor que por acá, ofrece algunos ejemplos. Facilitan ellos la salida de dólares y el dejar en cuentas en el exterior parte del monto de sus exportaciones. Encarecen los endeudamientos externos. Están semidolarizados. Su Banco Central les recoge dólares vendiendo bonos denominados en dólares, a corto plazo, con un interíés ligeramente superior al de los mercados internacionales. Luego reinvierten lo que recogen en las bolsas mundiales y así resultan pagando la diferencia exigua entre lo que pagan localmente y lo que les rentan sus inversiones en el exterior. Estos bonos son a corto plazo para dejarle el largo plazo al Gobierno para que capte dinero con sus papeles en nuevos soles.