Por... Javier Martín
La economía iraní atraviesa un periodo de turbulencia, con huelgas en diferentes sectores, incertidumbre en el mercado de divisas y malestar ante el incremento del coste de la vida, del que gran parte de la sociedad responsabiliza al Ejecutivo que preside Mahmud Ahmadineyad.
Los analistas polemizan sobre las razones: unos achacan la situación al controvertido plan de supresión de los subsidios a la gasolina, a la energía y a algunos alimentos que ha impuesto el Gobierno en abierto enfrentamiento con el Parlamento, que peleó para recortarlo.
Otros apuntan hacia las sanciones internacionales, que habrían empezado a surtir efecto, mientras que un tercer grupo se inclina por la convergencia de ambos factores.
A Ramin Sh. empleado en una oficina pública, las teorías económicas apenas le importan.
Enfurecido, se queja de que el recibo de la electricidad se ha encarecido cinco veces en los últimos dos meses y que en la cesta de la compra apenas queda presupuesto para pollo y algún que otro pescado.
"Todo ha subido desorbitadamente menos los salarios. Cada día es más difícil llegar a fin de mes", despotrica mientras revolotea entre los comercios de uno de los zocos de la ciudad con una bolsa escasa de verduras.
Ahmadineyad presentó a principios de año un plan estatal para sustitución de los citados subsidios por ayudas directas a la población, calculadas según el poder adquisitivo declarado por las familias.
Aunque aún no se ha anunciado oficialmente su puesta en marcha, sus efectos comienzan a plasmarse en gastos como el recibo de la luz o el gas.
Además, este mes, el Gobierno ha reducido de nuevo de 90 a 60 litros mensuales la tarjeta que permite acceder a la gasolina subvencionada.
"El recorte de los subsidios va a afectar sobre todo a las clases medias, a las que la ayuda no les va a compensar el alza de los precios", explica un economista iraní que prefiere no ser identificado.
El plan económico estrella del Ejecutivo ha llegado acompañado por un nuevo intento de introducir un impuesto similar al IVA, que ha soliviantado a los bazaríes, clase que tradicionalmente ha disfrutado de una gran influencia.
Desde el pasado sábado, las tiendas de compra-venta de oro y joyas en el Gran Bazar y en otros puntos de Teherán han cerrado sus puertas en señal de protesta.
A los paros se han sumado otros sectores, asegura la agencia de noticias local Fars.
El miíércoles, la agencia sindical de noticias Ilna admitía que "millones de trabajadores iraníes se sienten insatisfechos con sus bajos salarios y pretenden que el Consejo Superior de Trabajo halle soluciones al alto precio de la vida".
Según la fuente, los trabajadores se quejan de que la soldada media por día "hace difícil superar la brecha entre el coste de la vida y los ingresos".
Expertos en economía sugieren que la coyuntura se ha agudizado con las sanciones impuestas el pasado junio por la ONU a causa de las sospechas que despierta el programa nuclear iraní, que habrían frenado la circulación de dinero.
Ante el frenazo de algunos sectores como el de la construcción o la importación-exportación, y el alza del mercado negro, los inversores parecen buscar otros corrales, en apariencia más seguros, como la bolsa.
El índice bursátil de Teherán ha crecido casi un 60 por ciento, firmando ríécord históricos cada mes.
De acuerdo con los expertos, la vasta privatización emprendida por el Estado y la caída de los intereses bancarios -en tres años han bajado casi la mitad, hasta situarse en un 6 por ciento- han atraído a los iraníes al parquíé.
El Gobierno, que parece necesitado de ingresos, espera recaudar cerca de 13.000 millones de dólares con la privatización de medio millar de empresas, entre ellas muchas del ramo petrolero, tradicional sosten económico del país.
Analistas locales advierten, no obstante, de que podría desarrollarse una peligrosa burbuja bursátil de impredecibles consecuencias.
Ni siquiera el mercado de divisas se ha salvado de la convulsión económica.
El rial iraní se desplomó esta semana y en apenas dos días perdió casi un diez por ciento de su valor frente al dólar, causando que el gobernador del Banco Central, Mahmud Bahmani, tuviera que intervenir para tratar de apaciguar las aguas.
"Puedo asegurar que a partir de mañana el dólar se cambiará a un precio más bajo", afirmó.
La divisa norteamericana se cambiaba el miíércoles a 12.200 riales, frente a los 10.500 del pasado domingo.
El Gobierno se mantiene firme en sus convicciones a pesar de la crítica y denuncia, como aseguró el ministro de Inteligencia, Haydar Moslehi, que existe un complot de la oposición para desacreditar y hacer fracasar la sustitución de los subsidios.
E insiste en que las sanciones, como en el pasado, no están surtiendo efecto y se han convertido en una nueva oportunidad para desarrollar la economía nacional