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Autor Tema: El oráculo del FMI...  (Leído 419 veces)

OCIN

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El oráculo del FMI...
« en: Octubre 23, 2010, 10:19:28 am »
Por...  Alberto Rabilotta
 

No hay salvación fuera de la fe en la globalización dirigida por el libre mercado, dijo con otras palabras el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, al subrayar que las naciones, individualmente, no deben usar el “arma monetaria” para tratar de aumentar sus exportaciones y que la única solución es la cooperación global, sobreentendiendo que esta debe basarse en la imposición de reglas globales definidas por el sector financiero y los “independientes” (¿de quiíén?) bancos centrales. Lo que el oráculo del FMI no dijo es que al controlar la principal divisa de reserva e intercambio mundial Estados Unidos viene desde hace díécadas utilizando todas las “armas monetarias”, desde la impresora de billetes hasta los príéstamos con tasas negativas al sistema bancario, lo que le permite inflar burbujas financieras -con ayuda de las recetas del FMI- en beneficio de ramas financieras, y que al implotar crean crisis regionales o globales, como en 1987 o 2008.
 
Los llamados a mantener la fe no vienen solos, lo que explica que el Banco de Suecia haya otorgado el premio Nóbel de economí­a a tres apóstoles de la autorregulación de los mercados laborales, los economistas Dale Mortensen, Peter Diamond y Christopher Pissarides, por estudios que afirman que la intervención del Estado puede ser perjudicial para equilibrar la oferta y la demanda laboral. Curioso premio en momentos en que la tasa de desempleo en muchos paí­ses es la más alta desde la crisis de los años 30 y que en lugar de estimular las economí­as los gobiernos en la mayorí­a de paí­ses industriales adoptan rigurosas polí­ticas de austeridad. Como dijo el economista argentino Emmanuel Agis a Página/12, el otorgamiento de este premio “en momentos en que se discuten estos temas en Estados Unidos () tiene un fuerte significado polí­tico y una errónea lectura del capitalismo”.
 
El anuncio de los Nóbel tuvo lugar casi al mismo tiempo que el conocimiento del deceso –a los 99 años- del economista francíés Maurice Allais, Nóbel de 1988 por su tesis sobre la eficiencia absoluta de los mercados concurrenciales. Allais, quien tuvo una formación cientí­fica pudo ver con sus propios ojos los estragos, con el desempleo y la miseria, de las crisis económicas y financieras de los años 30 en Estados Unidos y Europa. En su juventud flirteó con las ideas neoclásicas de Friedrich Hayek, Ludwig von Mises y Milton Friedman, pero por su formación cientí­fica, en la cual la fe solo tiene lugar en cuanto al rigor de la investigación, nunca perdió de vista los riesgos de darle la luz verde al sector financiero. Como recuerda Marie-Sophie Ramspacher en el diario francíés Les Echos, Allais hizo trabajos teóricos que lo llevaron a concluir que “cuando hay menos riesgo (en las operaciones financieras) los especuladores huyen”. Recordando que cuatro meses antes de la crisis de 1987 alertó a los polí­ticos en Francia sobre “los efectos de una especulación ilimitada (y) los riesgos de una disociación de la economí­a monetaria y real”. En las últimas díécadas se definí­a como un “liberal socialista”, y en 2009 escribió en la revista Marianne, que “un proteccionismo razonable entre paí­ses de niveles de vida muy diferentes es no solamente justificable, sino absolutamente necesario”. Y tambiíén advertí­a que era necesario restablecer los impuestos sobre las ganancias del capital. Esta evolución de Allais quizás explique la animosidad que despertó en su colega y Nóbel Paul Samuelson, el teórico de las ecuaciones matemáticas que justifican el “win-win situation”, que las diferencias económicas y sociales entre los paí­ses lleva a que lo que un paí­s pierde de un lado lo gana en el otro, que por ejemplo los empleos perdidos en la manufactura de los paí­ses industrializados se ganan en el sector de servicios y que las bajas de salarios se compensa con el abaratamiento de los precios de importación. Esta teorí­a sirvió de justificación a la embestida para liberalizar el comercio mundial y deslocalizar las industrias a partir de los años 90.
 
De paso cabe recordar que no hace muchos años Samuelson se autocriticó –y ninguno de los defensores del libre mercado lo señala- al reconocer que se habí­a equivocado al no incorporar la posibilidad en sus ecuaciones del “win-win situation” de paí­ses que podí­an tener todas las cartas en su mano (mano de obra barata, numerosa y calificada)y que saldrí­an ganando netamente, como el caso de China, lo que implica que otros paí­ses terminarí­an perdedores en casi todos los frentes.
 
Retornando a los peligros de “guerras monetarias” y la incapacidad del FMI de llevar a los paí­ses a un “terreno de acuerdo”, la economista Yves Smith de nakedcapitalism.com reproduce esta semana el artí­culo The Dangers of Overselling, and Overdoing, Global Trade de Dani Rodrik (2007), donde íéste alerta que por su simplismo –si la globalización es buena, lo mejor es más globalización- los proponentes de la globalización son quizás sus peores enemigos. Según Rodrik, “si hay una lección del colapso de la versión del siglo 19 de la globalización esta es que no se puede dejar a los gobiernos nacionales en situación de impotencia frente a las necesidades de sus ciudadanos”.
 
Para el incisivo Satyadit Das, autor de Traders, Guns & Money: Knowns and Unknowns in the Dazzling World of Derivatives, desde que se puso fin al “patrón oro” y los acuerdos de Bretton Woods –a comienzos de los años 70 y por presión de Estados Unidos que estaba endeudado por la guerra en Vietnam-, las divisas se convirtieron en las armas privilegiadas de las guerras económicas y comerciales, recordando que el elemento clave de los “modelos” de desarrollo  económicos de Alemania y Japón, para asegurar costos competitivos y altos niveles de exportación, ha sido una moneda devaluada. Y ese modelo fue copiado por un creciente número de paí­ses emergentes, entre ellos China.
 
Tal modelo funcionó bien en el contexto de una economí­a mundial fuerte y en crecimiento, pero no puede funcionar en un mundo de bajo crecimiento, desempleo y baja demanda. Para Das una emergente y toxica combinación de inflexibles acuerdos monetarios globales, el destructivo ciclo de devaluaciones monetarias y de restricciones comerciales, así­ como la necesidad de los gobiernos de reducir el gasto para balancear sus presupuestos, es reminiscente de los años 30 y presagia un amenazante perí­odo de “prolongado estancamiento económico global”. Y concluye subrayando que la globalización de las complejas relaciones financieras, tan aplaudidas antes de la crisis del 2008, están ahora probando ser una traba en la resolución de la crisis.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

orson

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Re: El oráculo del FMI...
« Respuesta #1 en: Octubre 23, 2010, 01:13:33 pm »
Hace unos años yo era un ferviente defensor de la globalización, hoy en dí­a mi opinión sobre tal proceso ha cambiado y bastante. No es que achaque la actual crisis que vivimos en un 100% a este proceso de globalización, pero si que pondrí­a que en un 50% es la responsable. El otro 50% cabe achacarle a los excesos que hemos vivido en los paí­ses occidentales, consumo exacerbado, muy por encima de nuestras posibilidades a base de endeudamiento, ahora estas deudas contraidas en la íépoca de bonanza hay que pagarlas. La globalización nos ha traido un sinfin de productos muy económicos con los que nuestra industria tradicional no ha podido competir y a lo largo de estos 10 últimos años no ha tenido más remedio que cerrar sus puertas suponiendo un desplazamiento importante de mano de obra del sector industrial al sector servicios que se ha autoalimentado en base al importante consumo que hemos tenido en estos mismos años. Ahora que el consumo ha terminado o ha vuelto a cauces normales nos encontramos que el sector servicios está sobredimensionado, con exceso de empresas dedicadas a estos menesteres y que ahora han tenido que cerrar y despedir a mucha gente. El otro gran soporte de nuestra economí­a, el sector construcción ha estallado, en gran medida por un efecto lógico, era un sector dedicado en gran medida a satisfacer la especulación, quien no ha visto o sabe de alguien que ha comprado sobre plano y a los pocos meses ha traspasado su contrato de compraventa a otro con unos beneficios de cuanto menos el 20%? ahora el sector de la construcción deberá volver a su cometido principal, a satisfacer las necesidades reales de vivienda de la población, y para íésto vamos sobrados pues hay más de un millón de viviendas en stock sin vender. Volviendo al tema de la globalización, creo que el principal problema ha sido que los mercados occidentales se han visto inundados de productos principalmente made in China a precios irrisorios, y con una calidad muy baja, pero lo que importa al consumidor hoy en dí­a es el precio y no tanto la calidad, por lo que se paga por el producto si se estropea en 2 semanas se compra otro y basta. La globalización ha destruido en gran parte nuestra industria, sectores estratíégicos de la industria española hasta principios de los 90 han desaperecido prácticamente (juguetes, muebles, textil, calzado, electrodomíésticos, etc....), solo hay que echar un vistazo a lo que tenemos en casa y mirar la procedencia, os puedo asegurar que poco made in Spain encontraremos, y el problema es que no hemos sabido encontrar un relevo a estos sectores y por eso ahora estamos en esta crí­tica situación, pues no tenemos armas para competir internacionalmente, lamentablemente los pisos no se pueden exportar, y un 20% de nuestras exportaciones dependen de un sector tan vulnerable como el de la fabricación de vehí­culos, que hoy en dí­a solo aguantan en España por las numerosas subvenciones que reciben de la administración a cambio de seguir fabricando aquí­. La cuestión principal de la globalización es que competimos con paí­ses como China cuya población viven en condiciones de era preindustrial europea, China es un paí­s que conozco bastante bien, las empresas allí­ no tienen costes como las occidentales: no existe la seguridad social, no hay vacaciones (1 semana cuanto más) , se trabaja de lunes a domingo, los trabajadores de fábricas reciben salarios de cuanto más 200 dólares por jornadas superiores a las 12 horas, muchos menores de edad trabajan por la mitad de ese salario, las empresas no invierten en seguridad laboral pues no hay obligación por parte del estado. A parte de todo ello el estado chino subvenciona indirectamente las exportaciones con exenciones de impuestos a la fabricación de productos destinados a la exportación y basa sus exportaciones en una moneda claramente infravalorada lo que hace sus productos todaví­a más económicos si cabe. En mi opinión los grandes beneficiados de la globalización han sido por una parte China y por otra parte los grandes distribuidores de productos chinos en los paí­ses occidentales, como WalMart en EEUU, y los perjudicados la población occidental pues ahora nos encontramos con unas tasas de desempleo no vistas desde los años 30 que difí­cilmente va a poder ser recolocada a corto-medio plazo. Todo íésto da mucho que pensar...