Es la nueva panacea. Las energías renovables se están llevando parte de la inversión que hace pocos meses acaparaban otras industrias, como la del suelo. Los últimos en subirse a este tren son dos entidades financieras, Santander y Caja Navarra, que han colocado 20 y 7 millones de euros respectivamente en el fondo eólico Taiga Mistral, reciíén constituido para desembarcar en el mercado del viento en Polonia, según fuentes del mercado.
Con la última inyección realizada, el vehículo de inversión puesto en marcha por un clásico del sector energíético español, Antonio Tuñón, ex consejero delegado de Hidrocantábrico, alcanza un total de 76 millones bajo gestión, superando los 60 iniciales marcados como objetivo. Y es que el íéxito del producto entre los clientes de banca privada de las entidades financieras ha sido aprovechado para revisar al alza su tamaño.
De esta manera, la iniciativa de Taiga Mistral se consolida, a pesar de su pocos meses de vida y del tiempo record empleado para el fundrising del fondo. Hace sólo dos años, un grupo de amigos montaba un vehículo especial para invertir 35 millones recolectados entre conocidos en el negocio inmobiliario de Polonia. Su nombre -AIGA- respondía a las iniciales de los nombres de los cuatro socios fundadores, todos antiguos compañeros en el centro universitario CUNEF.
Ahora, de la mano de Antonio Tuñón, el proyecto de parques eólicos queda bautizado como Taiga y pretende abordar inversiones por valor de algo más de 200 millones tomando participaciones en sociedades titulares de derechos sobre parques eólicos en fase de promoción, aportando fondos y conocimiento para su desarrollo óptimo en un periodo máximo de 10 años, con cinco para comprar y otros cinco para vender los activos.
En teoría, el sector eólico polaco está en pleno desarrollo y es una de las principales apuestas de los giganates de la energía. La capacidad instalada en 2006 era de 153 MW, por los 2.000 que se esperan para 2010. Las razones de este fuerte crecimiento se encuentran en el desarrollo económico de Polonia, en un marco regulatorio favorable (remuneración de 8,4€/MWh, casi un 10% a la media de la UE) y en el compromiso político de convergencia con los requisitos euroepos en materia de energías renovables.
Así, lo que nació como un proyecto inversor inmobiliario ha mutado en molinillos de viento, uno de los activos con mayor demanda latente existente en el mercado. No extrañaría, por tanto, que dado el elevado potencial que encierra este modelo de negocio, no sería de extrañar que sus implsores aborden la posibilidad de expandir sus actividades a otros países de Europa del Este que recojan unas características similares.