La Fed abre la chequera para una solución incierta
por Ana B. Nieto en Cinco Días
Mercados, analistas y economistas, inversores y políticos de todo el mundo llevan semanas tratando de leer entre líneas de los discursos y los estudios de Ben Bernanke de los últimos años para adivinar a quíé territorios va a llevar el presidente de la Reserva Federal la política monetaria de la primera potencia del mundo tras la reunión de los días 2 y 3 de noviembre.
El guión está prácticamente escrito pero los detalles cuentan y mucho. Ante el persistente paro (que lleva oficialmente 14 meses seguidos por encima del 9,5%), la frágil recuperación económica y la falta de pulso en la inflación, Bernanke, un estudioso de la Gran Depresión, ha anticipado de todas las maneras posibles que habrá una segunda ronda de expansión monetaria cuantitativa (quantitative easing en inglíés o QE2). Es decir, que la Fed, que ya abrió su arsenal de armas no convencionales para plantarle cara a la crisis en 2008 y 2009 con 1,7 billones de dólares para descongelar el mercado de deuda a corto plazo, va a añadir más liquidez en la economía a travíés de la compra de deuda, previsiblemente del Estado. Los detalles se concentran en el "cómo", el "cuánto" y "durante cuánto tiempo" de este nuevo esfuerzo monetario.
De los escritos de Bernanke se deduce que va a apostar por una política gradual porque cuando no se está seguro de las consecuencias de una decisión, los políticos "tienen que moverse despacio y con cautela" por si acaso es pertinente ir haciendo ajustes por el camino. Así se expresaba en un estudio hecho en 2004.
Desde Barclays, Michael Gapen, cree que a diferencia de la primera ronda de QE, en esta segunda la Fed va a prescindir de la estrategia de choque y sorpresa y optará por medidas graduales porque los mercados "no están tan fuertemente dislocados como en 2008-09 y el comitíé quiere volver a un escenario en el que las decisiones monetarias se tomen in crescendo, con guías que permitan asentar las expectativas de los mercados".
Desde la autoridad monetaria se ha preguntado a corredores de bonos e inversores sus proyecciones sobre los efectos que tendrán las compras de activos de la Fed, en función de la cantidad que se ponga en movimiento y el tiempo que dure, con la idea de calibrar su impacto. Bank of America estima que en total el paquete que se inyecte a la economía puede sumar un billón de dólares; en Goldman Sachs se opina que puede llegar hasta dos billones aunque el consenso está más en línea con la primera aproximación. Gapen cree que el ritmo y la duración de las compras estará ligado "a que la Fed consiga llegar al objetivo fijado en su mandato con respecto a la inflación y el empleo, como se reflejó en el comunicado tras la reunión de septiembre". Dado que las perspectivas pasan por que tanto el empleo como la inflación "estíén por debajo del objetivo de la Fed durante un tiempo, las compras pueden extenderse e irse incrementando hasta el año que viene".
Una estimación que goza del consenso de los analistas - y a la que ya aludió el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley- es que inicialmente la Fed empiece a hacer compras por valor de medio billón de dólares en medio año, algo que puede tener el efecto equivalente a una rebaja de tipos de 0,75 puntos básicos.
Dado que la Fed ha mostrado sus intenciones desde el verano, "la mayor parte del movimiento ya está descontada por los mercados", explica Nariman Behravesh, economista jefe de IHS Globalinsight. Los precios de los bonos han subido porque se aseguran comprador y por tanto su rentabilidad se ha rebajado, los precios de las acciones están en una tendencia ascendente, al igual que los precios de las materias primas, y el dólar se ha depreciado desde hace semanas frente a las seis principales divisas. Es exactamente la reacción que ya ha anticipado el mercado.
La realidad es que los tipos hipotecarios están en mínimos históricos, "lo que puede ayudar a estabilizar al sector de la vivienda para que no empeore su situación", explica Behravesh. Además con esta nueva rebaja de los intereses y el aumento de la rentabilidad de las inversiones en los mercados se puede animar el consumo, como de hecho ha ocurrido ligeramente en el tercer trimestre del año. La caída del dólar, que tiene disgustados a países como Brasil y otras economías emergentes, permitirá compensar el desfase en las importaciones y las exportaciones y dinamizar estas últimas.
Las tendencias en los mercados es previsible que se mantengan a largo plazo. Barton Biggs, co-fundador de Traxis Partners y ex estratega jefe de Morgan Stanley, explicaba en Bloomberg TV, que el rally que se inició en julio (cuando Bernanke habló en Jackson Hole de la QE) puede mantenerse en el mercado de acciones, que podría avanzar un 10% más tras el anuncio. Biggs dijo que eso era lo que le decía su instinto pero no descartaba que antes hubiera una corrección (influida por los resultados de las elecciones legislativas que son el 2 de noviembre), que rápidamente se superaría.
Una prueba
Ahora bien ¿va a funcionar? Tanto los analistas que están a favor de esta medida como los que están en contra coinciden en que los efectos del QE2 pueden ser muy discretos. Behravesh califica a esta segunda ronda como "un seguro". "El estímulo fiscal es más indicado, tiene más efecto en estos momentos y sería deseable combinar ambas medidas" pero no hay consenso político en Washington. Este economista cree que el impacto en el crecimiento será de menos de un punto porcentual pero considera que la Fed tiene margen porque no hay temor a la inflación. "Con un crecimiento del 2% no hay presión en los precios". Bill Gross, de PIMCO, cree que la QE2 no es una solución económica en sí misma sino una inyección de adrenalina destinada a elevar los precios de los activos y revitalizar algo la economía.
Del otro lado, Robert Eisenbeis, economista jefe de Cumberland Advisors y ex director de análisis de la Reserva Federal de Atlanta, es menos partidario de la acción de Bernanke. "El impacto económico de estas medidas se basa en datos que no incluyen los escenarios que estamos experimentando actualmente". Eisenbeis, que no cree que se viva en un entorno deflacionista y teme los efectos sobre los precios de esta nueva liquidez, cree que no es un momento para apostar por una tendencia clara en los mercados y asegura que la Fed abre un periodo de incertidumbre por las dudas sobre la duración y el monto dedicado a la QE2.
La pista de que la balanza se inclina del lado de los que creen que puede funcionar, como confían en Barclays, es que en la última subasta de bonos TIPS, en los que los inversores obtienen como rentabilidad la inflación más el tipo de interíés del activo, íéste fue negativo por primera vez en la historia. "Esto sugiere que puede haber una recuperación en la actividad y que la expectativa de inflación es más elevada y consistente con el mandato de la Reserva Federal", añaden en Barclays.
Liquidez estancada
El viernes se confirmó que EE UU creció al 2% en el tercer trimestre, un ritmo incompatible con la creación de empleo neta. La lectura daba argumentos a los que defienden la próxima acción de la Fed.
No obstante, mirando el balance de las empresas hay razones para la confusión y las dudas sobre la necesidad de más liquidez, cuando lo que parece ocurrir es que hay dinero pero no se mueve.
Según el Gobierno, los beneficios de las empresas han crecido un 62% desde 2009 hasta la mitad de 2010. En buena medida por los recortes de costes y los mercados emergentes. En el tercer trimestre se mantiene esa tendencia. Cerca del 85% de las empresas en el S&P 500 han excedido las expectativas de beneficios hechas por los analistas. GE, GM, Ford, Kohl's, Chrysler y Delta vuelven a contratar y la mayoría de las empresas han acumulado un importante cash flow que no mueven por la incertidumbre sobre la salida de la crisis. IBM y Visa están recomprando acciones.
El problema se centra en las pymes cuyos beneficios se han estancado y que carecen de críédito o han dejado de solicitarlo. La QE2 no les facilitará las cosas porque la banca está reaccionando a sus excesos contrayendo el críédito y sólo un historial impecable del acreedor permitirá que las entidades oigan a pymes y particulares