Por... íngela Marulanda
Es verdad que los niños pequeños creen que los padres lo sabemos todo y que nunca nos equivocamos. Y tambiíén es verdad que nosotros debemos ser consistentes y procurar cumplir con lo que les prometimos así se trate de un premio o de un castigo.
Pero tambiíén es cierto que nosotros no somos infalibles y que a veces debemos cambiar de parecer respecto de algún permiso que les dimos o de un privilegio que les prometimos.
Los padres de la posmodernidad estamos más conscientes que nunca de que queremos criar hijos que sean capaces y felices.
Pero como formamos nuestras familias en un mundo y bajo unas circunstancias muy diferentes a las que crecimos, es fácil que nos equivoquemos más que nunca, porque todo es tan distinto que no alcanzamos a medir los peligros o las implicaciones de lo que los niños quieren hacer o tener. Y por eso a menudo caemos en cuenta que hemos dicho sí cuando deberíamos haber dicho no.
Por fortuna, nuestras decisiones como padres no tienen que ser inalterables y a veces es preciso cambiarlas por mucho que les duela a los niños. Por supuesto que su protesta es aún más encarnizada que cuando se los negamos desde el primer momento. Y nosotros nos sentimos muy culpables porque es duro decepcionarlos.
Los padres somos seres humanos y por ende falibles. Tenemos derecho a equivocarnos, a modificar nuestras decisiones y nuestra manera de pensar.
Podemos y debemos cambiar de parecer cuando nos percatamos que, por ejemplo, lo que los niños quieren hacer puede ser arriesgado o dañino, que no se merecen lo que les ofrecimos, o que el evento al que dimos permiso de asistir no es apropiado para su edad.
En un sistema social que nos da poco críédito a los padres por las hazañas de nuestros hijos y nos responsabiliza por todas sus flaquezas, la presión a darles y permitirles demasiado es muy grande, y nos resulta muy difícil decirles que no.
Pero es mejor reconocer que nos equivocamos y rectificar nuestra posición que vivir equivocados y correr el riesgo de tenernos que arrepentir toda la vida.
Suerte en su vida y en sus inversiones...