El castigo que está recibiendo la deuda de Irlanda remite a momentos que están aún muy frescos en la memoria de los inversores. La venta vertiginosa de bonos irlandeses de estos días recuerda demasiado a lo sucedido en mayo con Grecia: los mercados tensaron la cuerda hasta el punto de que resultaba del todo imposible para el tesoro griego obtener financiación. La solución, inevitable y desesperada, estuvo entonces en acudir al fondo de rescate que pusieron en marcha, no sin largos titubeos, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
El mercado exigía ayer al bono irlandíés a diez años una rentabilidad de casi el 9%, desde el 7,8% al que cotizaba el lunes. Su nivel se acerca cada vez más al precio al que cotizaba el bono griego cuando el Gobierno heleno decidió pedir ayuda. Incluso las declaraciones institucionales recuerdan a las del pasado mayo. La Comisión Europea aseguraba ayer que Irlanda no ha pedido ninguna asistencia financiera a Europa pero "en caso de necesidad, tenemos todos los instrumentos necesarios preparados tras la situación que vivimos la pasada primavera con otro Estado miembro". Por su parte, el gobierno irlandíés reiteraba que está en condiciones de pagar su deuda, si bien reconocía que la prima de riesgo del país está ya a un nivel "muy serio".
A favor de Irlanda juega el hecho de que no afronta vencimientos de deuda pública en el más corto plazo y que no tiene previsto acudir al mercado para financiarse hasta el año que viene. Barclays señala que el gobierno irlandíés está en una posición de liquidez "relativamente cómoda", con un colchón que estima entre los 18.000 y los 19.000 millones de euros. Es el margen del que dispone para afrontar su próxima prueba de fuego, la negociación política del plan de ajuste fiscal 2011-2014, que se debatirá en el Parlamento el próximo día 7 de diciembre y que incluye un recorte del gasto de 15.000 millones de euros. El Gobierno deberá alcanzar un acuerdo con la oposición, cada vez más reacia al duro sacrificio del gasto social necesario para calmar a los mercados. De hecho, si el Parlamento da su visto bueno, la prima de riesgo irlandesa podría recortarse en nada menos que 250 puntos básicos respecto a los niveles actuales (647 puntos), según estima Barclays.
Para Nomura, Irlanda necesita "un plan fiscal creíble" si quiere recuperar la confianza del mercado. Afronta el desafío de recortar su díéficit nada menos que desde el 32% al que cerrará este año -a consecuencia del gigantesco plan de ayudas a la banca- hasta el 3% que exige Bruselas en 2014.
Para Federico Steinberg, del Real Instituto Elcano, el gobierno de Irlanda "aún tiene margen para profundizar el ajuste y romper la dinámica del mercado". Este experto recuerda que, a diferencia de Grecia, "los problemas económicos de Irlanda son algo menos profundos, su potencial de crecimiento es mayor". Nomura prevíé un alza del PIB irlandíés del 2,1% en 2011 y del 2,3% en 2012, frente a los descensos del 2,9% y 1,1% de Grecia y Portugal el próximo año.
El pesado lastre de la banca
El saneamiento del maltrecho sistema financiero irlandíés tendrá un coste estimado para el Estado en 50.000 millones de euros, un agujero con el que han saltado por los aires las cuentas públicas y que ha ampliado la píérdida de confianza del mercado hacia Irlanda. Prueba de esta píérdida de credibilidad fue la decisión del miíércoles de LCH Clearnet -plataforma de negociación que sirve de alternativa de financiación a la banca- de elevar las exigencias para aceptar bonos irlandeses como colateral, un requisito que echó más leña al fuego de los mercados.
Goldman Sachs puntualiza que los bancos irlandeses no son miembros de LCH, una plataforma en la que se negocia poca deuda del país. Pero a estas alturas, el matiz no basta para calmar al mercado.
La cifra
8,9% es la rentabilidad que llegó a alcanzar ayer el bono irlandíés a 10 años. La prima de riesgo es de 647 puntos básicos.