Por... VIJAY JOSHI
SEUL -- Líderes mundiales de las 20 principales economías del mundo se negaron a apoyar los esfuerzos de Estados Unidos para llevar a China a una valorización de su moneda, lo que mantiene viva una disputa que aumenta los temores de una guerra de divisas global en medio de señalamientos de que las exportaciones chinas baratas están costando empleos en Estados Unidos.
Al final de la cumbre de dos días, los líderes del G20 -entre ellos los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de China, Hu Jintao- emitieron un comunicado recatado, que sólo señala que están de acuerdo en evitar una "devaluación competitiva" de sus monedas.
Esa declaración es de poco peso porque los países generalmente sólo devalúan sus divisas en condiciones extremas, como una grave crisis financiera.
En conferencia de prensa posterior, Obama recurrió a una metáfora del bíéisbol para afirmar que a veces no se logran grandes resultados sino pequeños pasos, pero aseguró que íéstos son "en verdad importantes".
El hecho de que el G20 no aprobara la posición estadounidense resalta la píérdida de influencia de Washington en el escenario internacional, en especial en temas económicos.
Washington alega que Beijing mantiene el yuan díébil artificialmente para ganar una ventaja comercial. Pero la posición de Estados Unidos se ha visto menoscabada por su decisión de imprimir 600.000 millones de dólares para impulsar a su aletargada economía, lo que debilita al dólar.
Obama dijo que la política monetaria de China es un "irritante" no sólo para su país, sino para muchos otros de sus socios comerciales.
Los países del G20 -que incluye a los países más desarrollados así como naciones emergentes, entre ellas Argentina, Míéxico y Brasil- representan 85% de la actividad económica global.
"China gasta una enorme cantidad de dinero interviniendo en el mercado para mantenerlo devaluado, (...) así que es importante que China pase a un sistema basado en el mercado", señaló Obama.
La disputa por las divisas amenaza con resucitar políticas proteccionistas negativas como las que empeoraron la Gran Depresión de la díécada de los 30. El mayor temor es que la barreras comerciales hagan que la economía mundial recaiga en recesión.
La posibilidad de una guerra de divisas persiste, dijo el ministro brasileño de Hacienda Guido Mantega, pero señaló que hay detalles positivos.
"Fue acordado que los países emergentes que puedan sufrir impacto por flujo de capitales puedan tomar medidas macroprudenciales", dijo Mantega en conferencia de prensa. "Es iníédito que podamos controlar los capitales excesivos. Ya estamos aplicando medidas macroprudenciales, pero (este documento) es un reconocimiento a su necesidad".
Asimismo, el canciller argentino Híéctor Timerman expresó satisfacción.
"Los temas importantes para Argentina, como la reforma financiera y que no se le díé más valor al capital financiero que al capital productivo, van surgiendo, y eso será en beneficio de todas las economías", dijo Timerman a reporteros al culminar la cumbre de dos días.
Es poco probable que la declaración del viernes resuelva el principal problema que enfrentan los integrantes del G-20: cómo reparar una economía global que por mucho tiempo se ha nutrido de un díéficit comercial enorme de Estados Unidos con China, Japón y Alemania.
Los dirigentes del G-20 señalaron que buscarán políticas que reduzcan los desequilibrios entre naciones que tienen grandes superávits comerciales y las que tienen díéficits.
Los "grandes desbalances que persisten" en cuentas corrientes -un medida general del comercio e inversión de una nación con el resto del mundo- serán medidos por lo que describieron como "guías indicativas" que se determinarán más adelante.
Los líderes hicieron un llamado para que esas guías sean desarrolladas por el bloque con la ayuda del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras globales.
Pero los analistas no están convencidos.
"Los dirigentes (...) están sugiriendo que es el proceso lo que importa y no los resultados", dijo Stephen Lewis, economista en jefe de Monument Securities, con sede en Londres.
"El único acuerdo concreto parece ser que deben medir el tamaño del problema en lugar de hacer algo para resolverlo", agregó.