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Autor Tema: En EEUU: La tentación del proteccionismo...  (Leído 345 veces)

OCIN

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En EEUU: La tentación del proteccionismo...
« en: Noviembre 14, 2010, 09:26:07 pm »
Por...   Jim Powell

La administración de Obama está jugando con fuego cuando trata de intimidar a otros paí­ses como Míéxico y China para que estos complazcan a los grupos con tendencia proteccionista en EE.UU.

Valdrí­a la pena recordar cómo la Ley de Aranceles de 1930 —todaví­a la base legal de la polí­tica comercial estadounidense— aumentó los costos para los consumidores y los negocios, devastó el comercio y agravó la depresión que desde antes ya estaba afectando al mundo occidental. Enfocados exclusivamente en la polí­tica domíéstica, el presidente Hoover y los miembros del Congreso desataron una catástrofe internacional.

La historia empezó el 27 de octubre de 1928 cuando Hoover dijo que le darí­a la bienvenida a aranceles más altos para las commodities agrí­colas. El siguiente año, el Comitíé sobre Formas y Medios del Congreso anunció que habrí­a audiencias para que los cabilderos pudieran pedir aranceles más altos. El anuncio provocó una carrera desenfrenada y pronto se volvió evidente que los aranceles más altos no podí­an limitarse a las commodities agrí­colas. Cada grupo de interíés especial concebible querí­a aranceles más altos para evitar que los consumidores y las empresas estadounidenses se aprovechen de las mejores gangas disponibles por parte de los vendedores extranjeros. Como el historiador E.E. Schattschneider advirtió, “Ningún partido que se embarca en una revisión del arancel puede estar seguro de que no habrá iniciado un incendio incontrolable”.

El 17 de junio de 1930, Hoover firmó lo que se llegó a conocer como la Ley Smoot-Hawley. Su nombre se debe al Senador de Utah Reed Smoot y al representante Willis C. Hawley, ambos republicanos. La ley aumentó los aranceles a las importaciones en un promedio de 59% sobre más de 25.000 commodities agrí­colas y productos manufacturados. Smoot-Hawley fue uno de los factores que contribuyeron a la posterior caí­da de la bolsa de valores y a la duplicación del desempleo dentro de un año. Más de 60 paí­ses tomaron represalias, mediante restricciones en contra de cualquier producto que inflingí­a las perdidas más grandes sobre los estadounidenses.

Smoot-Hawley molestó a la gente, particularmente a nuestros vecinos. “El arancel sobre el mero fue duplicado, ofendiendo así­ a las provincias orientales de Canadá”, explicó Joseph M. Jones Jr., en su estudio clásico “La retaliación de aranceles”. “Los aranceles sobre las papas, la leche, la crema, el suero de leche, la leche descremada y la mantequilla fueron radicalmente aumentados, enojando a las poblaciones de Quebec y Ontario. Las provincias de la llanura y las occidentales fueron provocadas con aranceles más altos sobre el ganado, las carnes frescas, el trigo y otros granos; Columbia Británica y Alberta fueron enfurecidas con aumentos en los aranceles sobre las manzanas, los troncos y la madera”. Los canadienses colocaron aranceles altos sobre los implementos agrí­colas, aparatos elíéctricos, electrodomíésticos, tuberí­as de hierro fundido, vegetales, gasolina, zapatos, papel, fertilizantes y joyas, todos provenientes de EE.UU. —lo cual resultó en que alrededor de mil millones de dólares en negocios se perdieran.

En Gran Bretaña, desde mucho antes lí­der en comercio libre y prosperidad, Smoot-Hawley ayudó a provocar una reacción proteccionista que derivó en la Ley de Impuestos a las Importaciones (1932), la primera ley de aranceles generales del paí­s en más de un siglo. La segunda parte de la Ley de Impuestos a las Importaciones contení­a aranceles de más de 100% sobre productos de paí­ses tales como EE.UU., los cuales penalizado a los productos ingleses.

Debido a que la ley Smoot-Hawley incluí­a a los corchos, los cuales representaban más de la mitad de las exportaciones españolas a EE.UU., España aumentó los aranceles sobre los carros estadounidenses en un 150%, lo suficiente para dejar a los autos estadounidenses fuera del mercado español.

Smoot-Hawley golpeó a las principales exportaciones de Italia hacia EE.UU., incluyendo al algodón no procesado, el trigo, el cobre y el cuero, por ende, Italia tomó represalias duplicando sus aranceles sobre los autos estadounidenses. Las ventas de autos estadounidenses en Italia cayeron, posteriormente, en un 90 por ciento. Italia tambiíén aumentó los aranceles sobre las radios estadounidenses por más de 500 por ciento.

Francia respondió a la ley Smoot-Hawley con cuotas de importación que, junto con sus aranceles, impuestos sobre los negocios y otros obstáculos, dejaron a los productos estadounidenses fuera del mercado francíés.

La ley Smoot-Hawley afectó prácticamente todas las exportaciones suizas a EE.UU., a los relojes particularmente. Un díécimo de la población sueca estaba involucrada en el negocio de la relojerí­a y un 95 por ciento de los relojes suizos eran exportados. Habí­a respaldado popular para un boicot suizo a los productos estadounidenses.

Al inflamar el sentimiento nacionalista en contra de EE.UU., la ley Smoot-Hawley alentó a muchos gobiernos a vengarse erigiendo controles de cambio que redujeron el comercio todaví­a más. Para 1935, habí­a controles de cambio en Afganistán, Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Czechoslovakia, Danzig, Ecuador, El Salvador, Finlandia, Alemania, Grecia, Hong Kong, Hungrí­a, Islandia, Japón, Latvia, Letonia, Luxemburgo, Míéxico, Paí­ses Bajos, Nueva Zelanda, Nicaragua, Paraguay, Polonia, Romania, Uruguay, Venezuela y Yugoslavia.

Los agricultores estadounidenses, quienes ejercieron presión para que se apruebe Smoot-Hawley, estaban fueron los más afectados por todo esto. Ellos vieron a sus exportaciones caer de $1.800 millones en 1929, antes de Smoot-Hawley, a $590 millones, solamente, cuatro años más tarde.

En lugar de arriesgarse a desencadenar otro episodio de proteccionismo, EE.UU. deberí­a buscar una verdadera esperanza y cambio: iniciar el proceso de eliminar, gradualmente, los aranceles de Smoot-Hawley y todas sus costosas enmiendas


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...