La adjudicación no es todavía oficial, pero dos fuentes distintas de absoluta solvencia dan por hecho que en los próximos días la Administración de Arabia Saudita adjudicará a un consorcio español liderado por Renfe y Adif -y en el que tambiíén participa la constructora OHL- la construcción y explotación de la línea de alta velocidad Medina-La Meca, con conexión al aeropuerto de Jeddah. Se trata del mayor contrato jamás logrado en el exterior por empresas españolas. En total, alrededor de 6.000 millones de euros.
La adjudicación definitiva se producirá una vez que ya han concluido las celebraciones de la Fiesta del Sacrificio (Aid El Adhaen en lengua árabe), que ha mantenido la paralizada la vida administrativa del país.
Lo importante del contrato no es sólo su cuantía, sino que, además, supone que la empresa adjudicataria explotará durante un periodo de 12 a 15 años la línea de alta velocidad que unirá a las dos ciudades santas del Islam, visitadas cada año por millones de peregrinos. La distancia entre ambos localidades es de unos 444 kilómetros, y cuando la línea estíé en funcionamiento se calcula que podrá dar servicio hasta once millones de fieles que viajan en las dos peregrinaciones santas del Islam, denominadas Hajj y Umrah.
La Administración española cruza los dedos para que no haya sorpresas de última hora, pero las fuentes consultadas dan por seguro que el consorcio español se llevará al concurso frente al otro finalista, el francíés, donde participan la Renfe gala (la SNCF) y la compañía Alstom, además de una constructora saudí. Por el camino se han quedado otros cinco grupos, dos europeos y tres asiáticos.
Inicialmente, se iba a presentar otro grupo español al concurso del ferrocarril denominado ‘ave del desierto’, pero el Ministerio de Fomento impuso una candidatura unitaria para aumentar las probabilidades de que España lograra la adjudicación.
La importancia del contrato es de tal envergadura que la diplomacia española se ha volcado en el proyecto, incluyendo gestiones de la Casa Real y del Ministerio de Asuntos Exteriores. Según las fuentes consultadas, los recientes viajes del rey Juan Carlos a países del Golfo Píérsico no son ajenos al asunto. Todo lo contrario. El monarca –al igual que el presidente del Gobierno- ha participado personalmente en la venta de la marca España a efectos de construir la línea de alta velocidad.
Un accionariado disperso
En el consorcio español se integran cerca de una veintena de sociedades. El mayor paquete lo controla Renfe Operadora, con un 39% de las acciones. Tambiíén participan con el 9,5% Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) y con el 7,5% la constructora OHL, de Juan Miguel Villar Mir. Talgo, por su parte, participa con un 17%, mientras que la empresa pública de ingeniería civil Ineco lo hace con un 1%. Una constructora local tambiíén forma parte del conglomerado.
La importancia de la adjudicación en Arabia Saudí no deriva sólo de la propia concesión, sino que el departamento de Josíé Blanco busca vender la fórmula del ave español en el mundo. En particular en Brasil o EEUU, donde los respectivos gobiernos han anunciado su apuesta por la alta velocidad en los próximos años. En este contexto se enmarca la reciente entrevista que ha tenido Blanco en Washington con su homólogo estadounidense, Ray LaHood. En ese encuentro, Blanco puso en valor la construcción y puesta en servicio de 2.655 kilómetros de líneas de alta velocidad, a las que hay que sumar otros 2.931 kilómetros en fase de estudio, diseño o construcción, lo que sitúa a España entre los países líderes a nivel mundial.
La adjudicación de esta segunda fase del proyecto supone realizar una especie de obra ‘llave en mano’, lo que quiere decir que las compañías españolas ejecutarán no sólo la construcción, sino tambiíén la electrificación, la señalización y el mantenimiento de la línea, además de la explotación comercial durante un dilatado periodo de tiempo. Es importante tambiíén desde el punto de vista de la investigación en alta velocidad, donde algunos centros universitarios españoles han desarrollado su propia tecnología. Hay que tener en cuenta que se trata de construir una línea de alta velocidad en pleno desierto, donde el rango de temperaturas oscila entre 0 y 50 grados, y de ahí su dificultad tíécnica. Los trenes deben poder circular a más de 300 kilómetros por hora.
Si se cumplen los plazos previstos, la línea debería estar operativa a partir de la primera mitad del año 2013.