La banca española ha tenido que salir de nuevo al rescate del Gobierno ante la huida de los inversores extranjeros de las subastas del Tesoro. Según varias fuentes del mercado, apenas ha habido demanda foránea en las dos últimas colocaciones, la de obligaciones de la semana pasada y la de letras de ayer. Además de tener que subir el interíés un 83% en los valores a tres meses, el Tesoro ha tenido que echar mano de las entidades nacionales para poder vender sus títulos.
Se repite así el episodio de mayo y junio, cuando la banca extranjera dio orden de no incrementar su exposición a la deuda pública española ante la posibilidad de un default. "La banca extranjera está totalmente fuera, no quiere saber nada de las subastas y además está vendiendo masivamente en mercado para reducir sus posiciones en España", explican en la tesorería de una entidad española. Estas ventas explican el hundimiento del precio del bono español y el incremento del diferencial con el alemán hasta máximos desde 1996.
Este movimiento no es nuevo; la semana pasada, El Confidencial ya daba cuenta del rechazo de los extranjeros a la deuda avalada por el Estado que han emitido las cajas de ahorros. Pero se ha acelerado de forma drástica en los dos últimos días a consecuencia del rescate de Irlanda y del consiguiente incremento de los temores a que España corra la misma suerte en los próximos meses. "Los departamentos de riesgos han vuelto a ordenar reducir las posiciones en España y las mesas de tesorería no pueden hacer otra cosa", reconocen en una entidad extranjera.
Fuentes de las firmas colocadoras aseguran que, en la subasta de la semana pasada de bonos a 10 y 30 años, sólo hubo un 12% de demanda extranjera y que el resto fue a manos de españoles. "La única esperanza exterior para el Tesoro es que China vuelvan a entrar, como hizo en mayo, o que lo haga el fondo soberano de algún país árabe", añaden en la misma entidad.
Más deuda para las carteras de los bancos
En esta tesitura, la única forma de salvar las subastas vuelve a ser la misma que en primavera: tirar de la banca nacional y de los creadores de mercado -los bancos de inversión que tienen el compromiso de quedarse con la deuda si no hay demanda final-. Se cumple así lo que reconoció públicamente en marzo Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de Banca: "Claro que los bancos españoles estamos comprando mucha deuda pública, ¿cómo se va a financiar el Estado si no?".
Además, los bancos y cajas españoles se resignaron en primavera a seguir comprando "lo que haga falta", a pesar de que llenar los balances de deuda pública supone un enorme riesgo para sus cuentas de resultados y supone que el dinero que se usa para comprar deuda no se destina a dar críédito. "Da igual que no nos guste hacerlo, tenemos que comprar las emisiones del Tesoro porque no hay más remedio", según fuentes del sector.
En todo caso, a los bancos y cajas tampoco les viene tan mal comprar más deuda pública. En primer lugar, porque computa para los nuevos ratios de liquidez que van a imponer las normas de Basilea III y, además, no consume capital. Y en segundo lugar, porque, tras la reapertura del interbancario, se pueden cubrir las compras de deuda con derivados a un coste razonable; de esta forma, las píérdidas potenciales en los bonos se compensan con las ganancias del derivado.
Menos demanda con un tipo mucho más alto
En la subasta de ayer, la demanda no fue excesivamente baja (ratio de cobertura de 2,65 veces en las letras a seis meses y del 2,34 en los activos a tres meses), pero fue inferior a la de la subasta anterior, a pesar de pagar un 83% más de intereses. Lo cual es una clara señal de falta de interíés en el mercado, según los expertos consultados.
Uno de los elementos que más preocupa a los inversores es la evolución del bono a dos años, una referencia más significativa de las dudas de los mercados a corto plazo. Este activo alcanzó ayer un diferencial con Alemania de 2,21 puntos. "El diferencial a dos años está ya casi a la misma altura que el de 10 años; si lo supera, sería un indicio claro de que el mercado espera un default a corto plazo", opina un analista.