Por... Ramiro Velásquez Gómez
Hay quienes creen que los doce primeros días mostrarán el clima que se vivirá en el año. Están quienes, tambiíén, creen en los huevos del gallo, que al paso que vamos, no será raro verlo clueco con unos cuantos genes que le alteren, con lo cual desaparecería la gracia de su canto.
Mirar al futuro es característica casi exclusiva de los humanos. Casi, porque parece ser que las urracas tienen la capacidad de 'viajar en el tiempo'. Se viene 2011 y entra la segunda díécada del prometedor pero complicado siglo 21.
¿Quíé nos deparará la ciencia en los años por venir?
Apuestas hay. La Sociedad Americana de Biología Celular realizó en sus 50 años las predicciones de logros que vendrían a 2060. Hacia 2019 habría drogas basadas en la geníética para el cáncer y en la tercera díécada llegaría la vacuna contra el VIH y la cura para el Díéficit de Atención e Hiperactividad y se dispondría de un órgano bioartificial. El mundo se asombraría con el primer clon humano y, quiíén creyera, llegaría esa droga ansiada por casi todos (no, no tiene nada que ver con sexo): la droga que remplazaría la necesidad de dormir.
En las díécadas del 30 al 49, se lograría la regeneración de órganos, con lo que vendría una prolongación de la vida. En esos años, con algas se producirían biocombustibles a gran escala.
Serían años maravillosos, según los vaticinios: fábricas de producción de sangre humana y sería posible regeneración de extremidades para amputados (que ojalá alcanzaran a disfrutar tantos colombianos para piquiña de los violentos). Y a pesar de fríos y sequías extremos, las plantas sobrevivirían sin problema.
En el último ciclo de ese cincuentenario de visiones, la vida artificial creada en laboratorio vería la luz del día (o de las lámparas mejor) y estarían disponibles pequeños computadores para instalar en el cerebro (¡sí que hacen falta!)
¿Será posible? "La gente bien informada sabe que transmitir la voz por alambres es un imposible y si fuera posible no tendría valor práctico alguno", decía en 1865 un editorial del Boston Post.
Uhmmm... la vida es sueño y aunque lo último que se perdió fue la esperanza, quien no sueña no vive. Dice por ejemplo un ejercicio de The Royal Society de Londres, que podría mantenerse la tendencia de ganar mayor longevidad, dos a cinco años por cada díécada, pero, ¿hasta cuándo?
Que algo se cumpla sería ganancia. Y en este mundo febril de creatividad e ingenio, más de un objetivo se alcanzará. Pero no hay que olvidar que de sueños rotos vivimos todos. En su blog Wired, Jason Cranford, cita anuncios de la ciencia ficción que no se cumplieron en 2010:
Los carros voladores no despegan; Alpha, la base en la Luna, sólo aparece en libros; por la píldora contra el envejecimiento siguen esperando manos ajadas por el tiempo; no hubo viajes a Júpiter ni vuelos comerciales supersónicos. Tampoco un holocausto nuclear anunciado en los 70 ni energía barata e ilimitada. Los robots que conducirían los autos siguen tropezándose en los laboratorios y los que controlarían a humanos parecen haberse extraviado.
Con todo y eso, al terminar 2010, un brindis por los sueños. Se los dije.
Suerte en su vida y en sus inversiones...