Un nuevo año pero el mismo decorado
por Carmen Ramos en Expansión
Cerramos el año pasado con píésimo aspecto y cara de circunstancias, ya que por no tener no tuvimos ni maquillaje de fin de año. Se destacó por activa y por pasiva que el Ibex 35 fue el peor índice bursátil de las grandes bolsas europeas y el cuarto por la cola de todos los indicadores del mundo.
Sin embargo, y para no terminar de amargarnos las fiestas, los titulares destacaron el potencial que la bolsa tendrá a lo largo de 2011. A trancas y barrancas, la ilusión se mantuvo en un par de jornadas, pero la dura realidad se impuso cuando BBVA tuvo que ofrecer un 4,125% para colocar una emisión de cíédulas a tres años, frente al 3,5% que ofreció en julio y el 2,5% del pasado marzo. Fue el primer aviso de que el riesgo país continúa pesando en el ánimo de los inversores.
Al día siguiente, y por si había alguna duda, el Banco de Suiza se encargó de excluir la deuda de Irlanda como garantía de sus operaciones de repos y Portugal tuvo que pagar un interíés seis veces superior al de hace un año para llevar a cabo una emisión de deuda pública. Es decir que la decisión del Banco Central Europeo de comprar deuda de los países perifíéricos y de defender a capa y espada que nadie va salir de la zona euro asustó momentáneamente a los bajistas, pero no ha logrado que disminuyan las primas de riesgo que tienen que pagar los gobiernos y las empresas de estos países.
El mismo trasfondo de hace unas semanas que ha llevado a que el Ibex 35 cierre la primera semana del nuevo año con un descenso del 3% y que sea el sector financiero el peor parado.
Eso sí, en medio de este píésimo comienzo de año, hemos querido ver una luz al final del túnel, una ilusión a la que aferrarnos y, como no podía ser de otra manera en estas fechas, ha venido de Oriente. La visita del viceprimer ministro de China, Li Keqiang, ha movilizado a la Casa Real, la cúpula del Gobierno y la flor y nata de la clase empresarial. Li aseguró que somos “el mejor socio y aliado en la UE†y reiteró su firme compromiso de seguir comprando deuda pública española a corto, medio y largo plazo. Nadie pone en duda que este compromiso tiene un interíés estratíégico y comercial, pero si sirve para recuperar la solvencia del país y la credibilidad de nuestras empresas, bienvenido sea.