Grecia e Irlanda: cuando los rescates no salen gratis
Un rescate financiero supone una arma de doble filo. Por un lado, el país que recibe la ayuda se asegura la capacidad pare afrontar sus obligaciones crediticias, despeja el fantasma de la quiebra y puede sanear los balances de las entidades bancarias. Sin embargo, tambiíén tiene un enorme coste económico que se traduce en la aprobación de unos presupuestos muy restrictivos. El ejemplo más evidente fue Grecia, que tuvo que ceder soberanía para acceder a la ayuda de unos 110.000 millones de euros acordada por el Eurogrupo y el FMI.
A cambio, el país heleno aprobó durísimas medidas para reducir su díéficit público, que alcanzó el 13,6% del PIB en 2009. Para ello, se despidieron el 30% de los funcionarios, se redujeron los salarios públicos, y se subió el IVA del 19% al 23% con el objetivo de ahorrar unos 30.000 millones de euros. Además, una comisión formada por el FMI, el BCE y la Comisión Europea sigue las evolución de la economía griega. De hecho, el paquete de rescate que asciende a 100.000 millones de euros se concede de forma gradual. En noviembre, la UE y el FMI dieron luz verde al tercer tramo de ayuda aunque exigieron que Grecia llevara a cabo mayores esfuerzos de ahorro y más reformas estructurales.
Al rescate griego le siguió el irlandíés y, de nuevo, la ayuda se condicionó al establecimiento de medidas draconianas para reducir los números rojos de Irlanda, cuyo díéficit alcanzó el 14,3% del PIB en 2009, uno de los más altos de la Unión Europea. Y, en 2010, el Gobierno irlandíés solo logró reducir los números rojos hasta el 12% del PIB. Para acceder a los fondos del rescate que ascienden a 67.500 millones de euros y que fue articulado por la UE y el FMI, el Parlamento irlandíés tuvo que aprobar los presupuestos más restrictivos de su historia.
Así, el Gobierno estableció medidas como la reducción de los sueldos públicos o de las pensiones de los funcionarios. Tambiíén se recortó la inversión pública y se aprobó incrementar el IVA de forma gradual hasta alcanzar el 23% en 2014 desde su nivel actual del 21%. Ahora bien, Dublín ha logrado salvar el impuesto sobre sociedades, cuyo tipo se mantendrá en el 12,5%, el nivel más bajo de la UE.
El caso griego e irlandíés supone un aviso para países como Portugal o España, que ya saben que acceder a un rescates no sale nunca gratis.
La OCDE mejora las perspectivas
Los indicadores mensuales que publica la OCDE sobre la actividad económica de sus miembros reflejan una mejora de las condiciones de Grecia e Irlanda, los dos países que han precisado del rescates de sus socios europeos.
Así, el indicador de noviembre, que anticipa el comportamiento de la actividad económica aumentó 39 centíésimas para Irlanda hasta alcanzar los 102,12 puntos. Y, en Grecia, el índice subió de los 97,35 puntos a los 97,60.
Sin embargo, los dos países que actualmente despiertan más dudas entre los inversores internacionales, Portugal y España, registraron descensos en el indicador que elabora la OCDE. España sufrió por sexto mes consecutivo una caída de 24 centíésimas hasta los 102,56 puntos mientras que Portugal perdió 31 centíésimas.