La irrupción de la crisis económica en la aldea global ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e instituciones sumidas en el desconcierto y en la incredulidad, dibujándose un escenario de crisis e inestabilidad mundiales que terminará de perfilarse en la próxima díécada, pues el fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estíén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos por lo que la crisis económica será global y vinculante.
Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse en el próximo quinquenio), han contribuido los siguientes elementos: Sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del Díéficit endíémico, práctica que por mimetismo, adoptarán las economías domíésticas y las empresas y organismos públicos y privados contribuyendo a la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación Exterior.
Instauración del consumismo compulsivo en los países desarrollados, favorecido por el bombardeo incesante de la publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de críéditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia, provenientes de los países emergentes.
Política suicida de las principales entidades bancarias mundiales, en la concesión de críéditos e hipotecas de alto riesgo: Inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último decenio y en aras de optimizar su cuenta de resultados, actuarán obviando las más elementales normas de prudencia crediticia, convirtiíéndose en meros brokers especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia y unido a la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los índices de solvencia de las entidades bancarias, originará la crisis de las subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los príéstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.
Obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por maximizar los beneficios, debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en los dividendos. Para ello, no dudarán en endeudarse peligrosamente, en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando la política de deslocalización de empresas a países emergentes, en aras de reducir los costes de producción, (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores), lo que provocará un severo impacto en los sectores del calzado y marroquinería, textil, equipamiento deportivo, electrodomíésticos de baja y media gama e industria auxiliar del automóvil de los países desarrollados, la consiguiente inanición laboral y el retorno en la próxima díécada a tasas de paro desconocidas desde la II Guerra Mundial.
Brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por parte de los países emergentes, debido a sus espectaculares crecimientos de los PIB anuales en el último decenio que coadyuvado por la intervención de los brokers especulativos, ha conllevado una espiral de aumentos de precios imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo, (al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de producción), y como consecuencia de lo anterior, se ha producido una sensible píérdida de su competitividad, estancamiento de sus exportaciones y aumento de los Díéficits por Cuenta Corriente y Deuda Externa, dibujándose un escenario a cinco años en el que se regresaría al proteccionismo económico, con la consiguiente contracción del comercio mundial y subsiguiente finiquito a la globalización económica.
A ello se añadiría el riesgo de estallido de la actual burbuja bursátil, hija de la euforia de Wall Strett (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras los resultados de los llamados “test de estríés†de las entidades financieras llevadas a cabo por la Administración USA; de la llegada de pequeños y medianos inversores tras el estallido de la burbuja inmobiliaria; de la bajada espectacular de los rendimientos de Fondos de Inversión y Renta fija y en especial del regreso a los parquíés de los brokers especulativos a la caza de gangas virtuales tras el hundimiento del precio del petróleo y las commodities agrícolas.
Gíénesis de la burbuja:
Racionalidad limitada: La desconexión con la realidad por parte de los inversores les llevaría a justificar la exuberancia irracional de los mercados ( creándose un mundo virtual de especulación financiera que nada tendría que ver con la economía real) y a extrapolar las rentabilidades actuales como un derecho vitalicio lo que unido a la píérdida de credibilidad de las agencias de calificación como Moody’s (al no haber predicho la actual crisis), coadyuva a que el mercado permanezca insensible al recorte de rating de las compañías que cotizan en la bolsa.
Especulación: El proceso especulativo impulsa a comprar con la esperanza de sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca una espiral alcista alejada de toda base factual y el precio del activo llega así a alcanzar niveles estratosfíéricos hasta que la burbuja acaba estallando (crash) debido a la venta masiva de activos y la ausencia de compradores, lo que provoca una caída repentina y brusca de los precios,( hasta límites inferiores a su nivel natural) dejando tras de sí un reguero de deudas ( crack bursátil)
Incertidumbre sobre el nivel suelo de los valores bursátiles: Un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si le reporta dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el total de flujos esperados. El nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se situaría en la horquilla del 6000 y 7000 puntos en Mercados Bursátiles como el Dow Jones , Nikkei o el Ibex 35, debido a la mayor virulencia y profundidad que presenta la crisis económica y muy lejos de los estratosfíéricos techos actuales que rememoran valores.
Germán Gorraiz López