El fondo de rescate prepara el parto natural de los eurobonos
El eurobono, se repite en Bruselas, es una buena solución, pero no llegará a tiempo para esta crisis. En los últimos días, sin embargo, parecen haberse acelerado los síntomas de dilatación y la emisión conjunta de deuda pública en la zona euro podría ver la luz mucho antes de lo previsto.
La propuesta causa pavor en algunos países, en particular, en Alemania u Holanda, donde parte de la opinión pública teme convertirse en los banqueros de último recurso del resto de la zona euro.
Pero la evolución del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), creado tras la crisis griega y estrenado con el rescate de Irlanda, indica que el nacimiento de los títulos europeos puede producirse de forma natural sin necesidad de una intervención legal demasiado traumática.
Si el Fondo se convierte en un actor mucho más activo en los mercados, como Bruselas pretende aprobar el próximo 4 de febrero, sus competencias empezarán a asemejarse a las de un Tesoro nacional, que en el caso del español, por ejemplo, incluyen "la gestión del endeudamiento y de los riesgos financieros de la cartera de deuda del Estado" o "la promoción de la distribución y liquidez de dicha deuda".
La semana pasada, además, las grandes potencias de las reservas de divisas, China y Japón, han pregonado su hambre de títulos con aval europeo. Tokio, en concreto, aspira a quedarse con el 20% de los 26.500 millones de euros que el FEEF tiene previsto emitir para el rescate.
Las emisiones previstas para esa primera operación (entre el FEEF y la Comisión Europea) ascienden a 49.000 millones de euros durante los próximos dos años. Pero la cantidad podría aumentar si se produjera algún otro rescate o si el FEEF emitiera de manera preventiva (ahora no está autorizado para ello). La colocación de esa creciente cantidad de deuda europea con una calificación crediticia de triple A desplazará previsiblemente a los títulos menos atractivos u obligará a sus emisores a abonar rendimientos cuasi insostenibles. A partir de ahí, el clamor por un eurobono será cuestión de minutos.
La diferencia entre unos títulos y otros ya se ha notado este mismo mes.
El pasado 5 de enero, en la primera subasta de la Comisión Europea para sufragar su príéstamo a Irlanda, ya se percibió la primera punzada. Bruselas colocó en el mercado en menos de una hora bonos por valor de 5.000 millones de euros con un tipo de interíés del 2,59%, por debajo incluso del rendimiento de del bono alemán en el mercado secundario de aquel día.
Una semana despuíés, Portugal y España respiran aliviadas por haber colocado, respectivamente, 1.250 millones y 3.000 millones al 6,71% y al 4,54%. Aunque la madurez de las diferentes emisiones es distinta, está claro que el actual tipo de interíés ibíérico dobla, de media, al europeo.
La tendencia puede acelerarse tras la reforma del FEEF. El próximo lunes, el Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro), negociará en Bruselas tanto la ampliación de sus recursos (440.000 millones de euros) como su capacidad de intervención en el mercado. La CE ya no se conforma con que el Fondo sirva de salvavidas para los casos desesperados como el de Irlanda y prefiere que se convierta en un actor preventivo al que los mercados tengan que tomar en cuenta.
Entre sus nuevas competencias se barajan la de facultarle para que compre deuda pública en los mercados secundarios o que extienda líneas de críédito a los países en dificultades, sin necesidad de esperar a que el tipo de interíés de sus bonos se haya disparado.
Si el acuerdo sobre la reforma se cierra el próximo 4 de febrero, como desea la CE, muchos analistas creen que seas dará un gigantesco paso hacia la creación de un Tesoro europeo y la emisión de eurobonos. El paso definitivo podría llegar en 2013, con la anunciada creación de un Fondo permanente que, a diferencia del actual, contará con base jurídica en el Tratado de la UE. Pero quizá la zona euro rompa aguas un poco antes.
La integración silenciosa de la UE
Ni la Unión Europea ni la zona euro han recibido demasiados elogios por su gestión de la crisis financiera. Más bien todo lo contrario. Pero lo cierto es que Bruselas, trastabillándose y equivocándose de camino algunas veces, dio durante 2010 un salto cuántico en el proceso de integración de su regulación financiera, hasta el punto de que acaba de estrenar tres organismos de supervisión que, por primera vez en la historia del club comunitario, asumirán competencias supranacionales en sectores tan sensibles para la soberanía nacional como banca, seguros y mercados bursátiles. Entre ellas, por ejemplo, la futura supervisión de las agencias internacionales de calificación o de ciertos productos comercializados por los hedge funds. La jugada parece destinada a repetirse durante este año, con la propuesta de la CE, conocida anteayer, para "reforzar la capacidad efectiva de financiación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y ampliar su campo de actividades".
El FEEF, poco más que un boceto de organismo creado a toda prisa en mayo tras la crisis griega, parece llamado a convertirse con las nuevas competencias en el embrión de un Tesoro púbico europeo. Y sus títulos, precursores de unos eurobonos que cada vez levantan menos reticencias. En Francia, un reciente informe entregado al presidente Nicolas Sarkozy, aboga ya abiertamente por su introducción.... aunque reservados en un primer momento "para los países virtuosos fiscalmente".
La cifra
2,59% ha sido el interíés abonado por Bruselas en su primera emisión de 5.000 millones de euros para el rescate de Irlanda.