18 de enero era el día marcado en rojo en el calendario de Apple. Ya está grabado a fuego para el mercado, que espera emociones fuertes despuíés de la retirada temporal de su mentor por motivos de salud y la presentación de su radiografía financiera. Y es que la estrella tecnológica de iPhones y iPads presenta este martes, poco antes de la medianoche española y tras el cierre de la bolsa estadounidense, sus resultados corporativos.
Una cita esperada por medio y, especialmente, por los inversores que se ha visto completamente eclipsada por la carta de despedida a sus empleados de Steve Jobs, el alma de la compañía. A sus 55 años coge la baja míédica por segunda vez en año y medio para luchar por su salud y contra el cáncer de pancreas que en 2009 le obligó a pasar por el quirófano. Le sustituirá Tim Cook. quien a partir de ahora se convertirá en el primer ejecutivo 'de facto', pese a que Jobs se mantendrá en el cargo y "participando en las decisiones estratíégicas de la compañía".
El nuevo responsable realizará su bautismo ante los inversores de forma inmediata para explicar los resultados de la empresa a los inversores junto al director financiero Peter Oppenheimer. Pese a que el anuncio de Jobs parece completamente programado y se ha realizado en vísperas esta cita, los inversores acogieron la noticia con nerviosismo y ventas en la bolsa europea, dado que los mercados de EEUU permanecieron cerrados debido a la festividad de Martin Luther King.
La crisis de liderazgo y en el rumbo de la empresa pueden pesar en el ánimo de muchos inversores. Al cierre de la Bolsa de Fráncfort, los títulos de Apple se desplomaron un 7,8%, en su mayor caída desde el 17 de diciembre de 2008. Por entonces apenas cotizaba en los 62 dólares por título y sin embargo su tamaño en bolsa se ha multiplicado por cinco.
El mal recuerdo de la última presentación flash crash de mayo
Precisamente ese descomunal tamaño -más de 320.000 millones de dólares de valor bursátil- le convierten en 'valor director' para las bolsas. Lo demostró en Wall Street el pasado 6 de mayo cuando se produjo el 'flash crash' o desplome relámpago en la cotización de la compañía y en el conjunto del mercado por una serie de órdenes erróneas que durante quince minutos agitaron la bolsa. En aquel terremoto bursátil, Apple llegó a caer un 23%, aunque terminó recuperándose al cierre hasta perder un 5%.
Aquel día se puso de manifiesto la capacidad de influencia de Apple sobre el conjunto del mercado. Su altísima negociación sobre la compañía de Jobs y su tremendo peso en los índices de bolsa como en el Nasdaq 100, que supera el 20% del total, provocó un desplome de los fondos automáticos ETFs que replican el índice. Los inversores temen hoy lo que sucede con Apple debido a su efecto arrastre sobre el resto del sector tecnológico.
En la última presentación de resultados anuales, que presentó en octubre, Apple no lo pudo hacer mejor. Su facturación disparó un 66%, hasta 20.364 millones; sus beneficios un 70%, hasta 4.300 millones; sus ventas del iPhone superaron por primera vez a las de Blackberry (RIM).... Todo a pedir de boca. Sin embargo, el centro de atención de la cuenta de resultados recayó en el margen bruto sobre ventas, que bajó con fuerza en más de cuatro puntos, desde el 41% de un año antes hasta el 36,9%.
Ese guarismo hizo caer las acciones hasta un 5% inicialmente, aunque las expectativas de un nuevo producto -un ordenador portátil ultrafino- neutralizó ese efecto. Jobs siempre ha tenido esa magia para sacar su batuta y transmitir su ilusión al inversor. ¿Lo volverá a hacer en el futuro? ¿Se despedirá a lo grande hoy con un lanzamiento? Pero la pregunta que de verdad pulula en la mente del accionista de Apple es si Tim Cook estará a la altura de Jobs. Y en segunda ronda, si el valor mantendrá el ritmo de revalorización en bolsa que le ha llevado a multiplicar su valor decenas de veces desde hace diez años.