Angela Merkel ha elaborado un Plan de Competitividad que pretende presentar en la Cumbre de la Unión Europea que tendrá lugar este viernes en Bruselas, según informa el semanario alemán Der Spiegel. Dicha iniciativa incluye una propuesta de armonización de la legislación fiscal, laboral y de pensiones de los estados miembros, entre otras medidas, y tendría por objeto reducir los desequilibrios entre sus distintos integrantes y, de este modo, salvar el futuro de la eurozona. La propuesta cuenta con el apoyo del líder francíés, Nicolas Sarkozy.
El presidente de la Comisión Europea habría sido informado el martes de la semana pasada por la propia canciller alemana en un encuentro mantenido en Berlín. El resto de los mandatarios europeos tendrían ya un borrador del documento en su poder que será discutido, fuera de agenda, durante el almuerzo oficial.
De concretarse, el nuevo Plan permitiría responder a dos de las objeciones fundamentales que se han puesto a la viabilidad del proyecto europeo: la existencia de una Europa de dos velocidades y la falta de una política económica común. A intentos fallidos del pasado como el Pacto de Estabilidad o la Agenda de Lisboa, se opondría ahora una voluntad firme de iniciar una homogeneización sobre la base del primer paso dado el pasado mes de septiembre, cuando los 27 acordaron someter sus presupuestos nacionales a la supervisión y aprobación de la UE. Crecimiento, solidez fiscal y mejora de la competitividad son los objetivos últimos de una proposición que tendría una agenda concreta, unos parámetros de seguimiento fácilmente verificables y mecanismos sancionadores para el caso de incumplimiento. Aparentemente, se habría planteado la posibilidad de una cumbre específica para su discusión antes de la siguiente ordinaria prevista para el mes de marzo.
Dentro de las medidas incluidas en la propuesta se encuentran, según Der Spiegel, la adecuación de la edad de jubilación a las nuevas tendencias demográficas, el establecimiento de un mismo impuesto de sociedades para todos los estados miembros o la homologación con carácter inmediato de los títulos acadíémicos y/o profesionales en el seno de la Unión, es decir: medidas de corte social, tributario o laboral. En el horizonte final del proyecto, cambiar estructuralmente la faz de la Unión estableciendo un nivel de colaboración superior entre las naciones que la integran. Una nueva etapa que nace de un cambio en la actitud hacia Europa de Angela Merkel, que hasta ahora se había comportado de manera más reactiva que proactiva hacia los problemas de la región.
Objeciones dentro y fuera de Alemania
El Plan, concluye el semanario, se enfrenta a no pocas objeciones dentro y fuera de Alemania. La principal, la imposibilidad de asegurarse el apoyo del resto de sus socios comunitarios dentro de los perentorios plazos que figuran en la propuesta. El instinto de supervivencia de los mandatarios locales hace que prime en ellos mantener a raya a sus votantes frente a contentar a la canciller, especialmente en materia de pensiones o salarios. De ahí que exista el riesgo de que la iniciativa quede finalmente reducida a un cúmulo de aspiraciones inconcretas e ineficaces. Sin embargo, Merkel cree tener asegurado el apoyo de 23 de los 27 estados miembros, todos menos Dinamarca, Suecia, Reino Unido y la República Checa. ¿Cómo? Vinculando su papel en el fondo de rescate europeo a la adopción de esta contrapartida.
No será menor la oposición interna al plan, especialmente de la mano de sus socios de coalición, los liberales de FPD. No en vano, su ideario es contrario a la intervención pública en la economía y está trufado de euroescepticismo. Un compendio de medidas como las señaladas chocaría frontalmente con su proyecto político. Además, Angela Merkel tendrá que convencer a su propio partido, el conservador CDU, de que este cambio de orientación política -tan radical como cuando el social demócrata Gerhard Schrí¶der adoptó la llamada Agenda 2010 en contra de sus postulados sociales- les beneficiará de cara a las elecciones regionales clave para finales de marzo que se esperan en el país. Sustituir dentro de sus fronteras