El BBVA anunció ayer, por medio de su Presidente, que quiere crecer su cuota de mercado en España un 50% en los próximos tres años. Ejercicio loable y necesario de confianza. El país se lo agradece. No es que diera muchos más detalles, la verdad. Apenas se sabe si habla de exposición geográfica, de actividad crediticia, de depósitos o de una mezcla de todos. La referencia geníérica al volumen de negocio es poco válida, por las múltiples aristas que presenta.
Podría ocurrir que lo que le interesara fuera aprovechar las estrecheces de otros para aumentar la financiación corporativa a terceros, iniciativa que se podría cubrir mediante un incremento proporcional de los recursos propios, de acuerdo con los baremos de Basilea III. En este esquema, estaríamos hablando de un crecimiento orgánico en el que las oficinas pintarían poco.
Pero si de lo que se trata es de crecer paralelamente en depósitos, caben dos escenarios: o lanzar ofertas con rentabilidades lo suficientemente agresivas como para captar liquidez de la competencia sin aumentar capacidad, o mantener una estrategia comercial sensata e invertir en red mediante compras selectivas de sucursales.
Visto lo cara que está la captación de fondos en los mercados, tanto de acciones como de renta fija, y teniendo en cuenta que uno de los elementos que el propio banco ha destacado en su presentación de resultados 2010 es la mejora en más de cinco puntos del ratio de depósitos sobre críéditos en apenas tres meses, hasta situarlo en el 79,2%, lo normal es que FG y su equipo tengan en mente la segunda de las alternativas antes mencionadas. De ser así, su lucha por pasar del 11% actual al 17-18% en 2014 puede ocasionar una revolución en el sistema financiero español similar al produjeron las fusiones de finales de los 90.
¿Quíé puede hacer BBVA? Comprar Catalunyacaixa, por mucho que a Artur Mas le interese mantenerla en su área de influencia y trate de colocársela a un Sabadell que bastante tiene con lo suyo. Hay un fundamento sólido para esta especulación intelectual: Cataluña es una de las regiones donde la entidad financiera tiene menos presencia tanto absoluta, como relativa en relación con la riqueza existente. Frente al 22% de Extremadura o el 18% de Canarias, viva la banca vasca, su cuota en la comunidad catalana se sitúa por debajo del 7,5%. Descartado el 12% del Sabadell por las razones que expondremos al final de esta pieza, el 17,5% local del que disfruta la firma dirigida por el tándem Todó-Massana le podía venir como anillo al dedo para paliar tal situación. Mucho mejor que el 5% de Unimm, el SIP formado por las cajas de Sabadell, Tarrasa y Manlleu.
Otra de las lagunas geográficas del BBVA es la región de Murcia, donde su presencia se reduce a apenas un 4,5% del pastel total. Una carencia que se podría suplir con su entrada en Mare Nostrum, ahora Banco BMN, institución integrada por Caja Murcia, Caja Granada, Caixa Penedes y Sa Nostra. Sin embargo, en el orden de prioridades esta posibilidad se situaría claramente por detrás, en este ejercicio teórico que estamos haciendo, de la de Catalunyacaixa. No sólo por una cuestión de negocio potencial asociado a la compra, sustancialmente inferior, sino tambiíén por el menor tamaño del objetivo a integrar: al final hay viajes para los que no hacen falta determinadas alforjas. Algo que en la casa tienen claro.
¿Cómo reaccionaría el Santander? Haciíéndose con el llamado Banco Base, esa unión compuesta de piezas tan dispares como Cajastur, la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Caja Extremadura y Caja Cantabria, la España Plural. Al factor sentimental que puede llevar a Botín a tratar de poner bajo su manto otra de las instituciones señeras de la tierra que le vio nacer, se une el díéficit de presencia, al menos en los tíérminos que a la entidad con sede en Boadilla le gustaría, en el Levante español. Base aporta un 31% de cuota en Murcia y un 24% en la costa de la Comunidad Valenciana, que no está nada mal. Problema resuelto. En los mentideros de la Villa corre un chascarrillo sobre el potencial interíés mostrado en privado por la CAM por parte de Alfredo Sáenz en su día. Quiíén sabe. Sea como fuere es un anhelo racional, preferible a la opción, por ejemplo, de tratar de recuperar un Banco de Valencia que en su día perteneciera al Central. Por razones obvias.
Estaría por ver cómo reaccionaría La Caixa a todo esto, la otra gran institución financiera con capacidad ex ante de aglutinar otras cajas a su alrededor (Caja Madrid sigue jugando, muy a su pesar, en otra liga). Su exceso de capacidad instalada y la necesidad de defender un equity story cuestionado tras los cambalaches con Criteria la sitúan en una posición más paciente... de momento. Lo que sí tienen claro los tres gigantes con aparentes pies de plomo mencionados, que llevan meses adelantando trabajo de análisis de oportunidades, es que no se van a meter en un solo jardín si la entrada no viene acompañada de una suerte de apoyo público, llámese Sistema de Protección de Activos (SPA) o cualquier otra fórmula que se pacte. Desde ese punto de vista, cabe descartar novedades hasta septiembre, que es cuando vence el plazo dado por el Ministerio de Economía para determinar la salud de las entidades españolas. Sin embargo, vista lo veleidosa que resulta la política bancaria nacional, los plazos pueden acortarse sustancialmente. BBVA ya ha asomado la patita y puede ocasionar un movimiento en cascada. Quíédense con la copla de lo aquí escrito.