Nueva Rumasa necesita financiación a corto plazo. Los problemas de liquidez que atraviesan varias compañías del grupo han obligado a la familia Ruiz Mateos a recurrir a distintas alternativas con las que poder afrontar sus compromisos con proveedores y acreedores. Sin embargo, en las últimas semanas, el holding ha sido objeto de varias demandas por impago, la última de las cuales, dictada ayer jueves por un Juzgado de Primer Instancia de Madrid, ha provocado el embargo preventivo de siete fincas de su propiedad.
En esta ocasión, el demandante es la familia Radó, con la que los Ruiz-Mateos acumula retrasos en el abono de pagaríés nominativos por un total de 1,2 millones de euros, cantidad derivada de la compra de dos hoteles en las Islas Canarias, de los que los demandantes eran accionistas minoritarios. La justificación de los retrasos, según la familia, no hace referencia a problemas de liquidez, sino al incumplimiento de contrato, según el cual el vendedor se había comprometido a ¨dotar a las instalaciones hoteleras de las licencias oportunas¨.
Más allá de la ejecución de las fincas, Nueva Rumasa afronta un problema de liquidez reconocido, sobre todo despuíés de que las ¨líneas de críédito a largo se hayan reducido drásticamente¨. Esta situación provocó que la familia optara por financiarse acudiendo al mercado de particulares, sin intermediarios bancarios. Sus famosas emisiones de pagaríés, hasta cuatro, la última con rentabilidad anual del 10%, por el 8% de la primera emitida a comienzos de 2009, han colocado al holding en el centro de atención, en buena parte por las advertencias realizadas por la CNMV.
Para estas emisiones, los Ruiz Mateos ofrecieron como garantías activos de sus empresas más reconocidas, como Apis, Fruco, Clesa o Duhl. Esta financiación, siempre a corto, con vencimientos a doce meses, ha sido empleada sin embargo para financiar el circulante de otras compañías del holding, lo que explicaría que entre las sociedades de Nueva Rumasa se deban entre sí cerca de 240 millones de euros. A esta relación de pasivos hay que sumar la deuda bancaria existente, que al cierre de 2010 supera los 700 millones y por la que responde un patrimonio de 5.900 millones.
Esta delicada estructura financiera ya provocó que, a finales del mes de diciembre, el colectivo de ganaderos aragoneses iniciara acciones legales contra Nueva Rumasa por los impagos acumulados de Clesa desde el verano de 2010. En este caso, la judicialización del conflicto sirvió para que los ganaderos y los Ruiz Mateos alcanzaran un acuerdo, que implicaba un nuevo calendario de pagos mucho más corto, ya que el fabricante lácteo había estirado los pagos de 30 a 90 días, utilizando así a los proveedores como herramienta para financiarse la compra de la materia prima.
Clesa tambiíén nota la crisis
La marcha de su compañía insignia no es precisamente la mejor. Esta semana se ha sabido que Clesa negocia con los representantes sindicales un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal para su planta de Madrid, que tendrá una duración máxima de 18 meses y para el que propone una reducción de jornada y disminución de sueldo para no incluir despidos. A esta situación hay que añadir el cese de la actividad de la compañía láctea en la planta de yogures de Sevilla que tenía alquilada a Capsa y cuya producción se traslada a su planta de Caldas de Reis (Pontevedra).
Para salvar la crisis, los Ruiz Mateos han optado por redimensionar su holding, ¨ajustándonos a la demanda del mercado¨, y buscar nuevas vías de financiación. En este sentido, los activos inmobiliarios son una alternativa para obtener liquidez. Algunos sirvieron para avalar los primeros pagaríés, mientras que ahora Nueva Rumasa pretende hacer un sale & lease back de inmuebles, bien sean fabriles u hoteleros, para obtener hasta 200 millones, manteniendo la gestión y con opción de recompra. En lugar de recurrir a una de las consultoras de referencia del sector, el holding de la abeja se ha encomendado a la estadounidense Shelby Financial Group.
Esta opción no ha sido la única reciente. Según informó la propia familia, Nueva Rumasa vendió a comienzos del pasado mes de diciembre un 5% de Cacaolat a la sociedad de inversión Esteve Cavaller, liderada por el empresario catalán Manuel Esteve, por un importe de 9 millones de euros. Años atrás, la familia dijo haber tenido ofertas por el total de la compañía, a pesar de las cuales no aceptó vender, situación que sí estaría dispuesta a hacer ahora, pero llegando sólo hasta el 25%, una desinversión con la que haría una caja de 30 millones.
Búsqueda de inversores
En esta búsqueda urgente de socios, Ruiz Mateos haber cerrado con íéxito la ampliación de capital de Clesa, equivalente a un 5%, por la que ha obtenido 13,2 millones de euros, aunque se desconoce la identidad de los inversores. Esta necesidad imperiosa de financiación ha llevado a la familia a viajar recientemente a Italia, donde mantuvieron un encuentro con Marina Berlusconi, hija del primer ministro italiano y presidenta del conglomerado empresarial Fininvest, con los que, a falta de noticias concretas, esperan cerrar algún acuerdo de colaboración.
Pero mientras el dinero está de camino, Nueva Rumasa ha tratado de salvar su estrechez financiera estirando su relación con los proveedores al máximo. En el algunos casos, según las denuncias de los sindicatos CCOO y UGT indistintamente, estas acciones han provocado parones en la producción de alguna fábrica, como en Mahón, y conflictos con repartidores autónomos por el desabastecimiento de productos. Este escenario tambiíén lo ha sufrido la plantilla, a la que tambiíén se ha pagado con retrasos la nómina durante los últimos meses.
Otra de las empresas de Nueva Rumasa en apuros es el Club Rayo Vallecano. Desde el inicio de la temporada, según fuentes internas, la plantilla ha tenido varios retrasos en el pago de nóminas, como otros equipos de Segunda, y rebajas en la retribución variable. De hecho, el conjunto franjirojo ha sido uno de los equipos, junto a Betis y Híércules, a los que la Liga de Fútbol Profesional ha impedido fichar en el mercado de invierno por acumular deuda con sus jugadores, situación que la familia espera revertir con los ingresos televisivos.