Boutros El Khoury, el coleccionista de hoteles
Fuente: Cinco Días
Al poco tiempo de comprar en mayo de 2010 a Metrovacesa el denominado triángulo de Princesa en Madrid -un paquete de activos que incluye dos hoteles anexos, ocho locales comerciales, aparcamientos y un edificio de oficinas- por 140 millones de euros, un directivo de una entidad financiera vinculada a la operación no dejó de mostrarle la grata sorpresa que suponía que un inversor exhibiera tanto interíés en un activo inmobiliario precisamente en España, que está purgando ahora los excesos de una díécada de boom del ladrillo. "¿Crisis en España? No me hable usted de crisis, que vengo de Líbano", contestó Joseph Boutros El Khoury (Líbano, 1969), presidente del fondo Continental Property Investments (CPI).
Aparenta más edad, pero solamente tiene 42 años, está casado (su mujer nació en el mismo país) y tiene tres hijos. Este libaníés de nacimiento pero británico de nacionalidad es el inversor más activo en España en un segmento hotelero en el que los bancos están apretando las tuercas a las cadenas para que vendan inmuebles que nadie compra. "Invertiremos 1.000 millones de euros en hoteles y oficinas en España", decía en junio de 2010 en una entrevista, la única concedida en España, con CincoDías. Poco más de medio año despuíés, ha materializado tres operaciones por 230 millones y está decidido a cumplir sus objetivos. Además del triángulo de Princesa, ha comprado dos hoteles de cinco estrellas emblemáticos de Barcelona -Florida y Miramar- y el antiguo Hilton de Valencia, operación cerrada la semana pasada. Tambiíén negocia con Sacyr comprarle una torre de oficinas en París.
Los cimientos de la fortuna de Joseph Boutros El Khoury -o simplemente Boutros, como le gusta que le llamen- se pusieron cuando heredó de su familia tanto un banco de su país como la red elíéctrica de Siria y Líbano. Pero íél dice que su "primer millón" lo ganó gestionando la cartera de hoteles familiares en Londres, que llegó a estar formada por 10 inmuebles y que se fueron vendiendo progresivamente.
Con cash y patrimonio abundantes se lanzó a la inversión en activos inmobiliarios a travíés de su fondo, CPI. Primero en Francia, luego en Alemania y desde 2010 ha puesto el ojo en España. En los tres países, el portfolio de activos de su propiedad ronda los 80 inmuebles. Pasó las vacaciones veraniegas de la infancia en Marbella, pero nunca se planteó hacer negocios en España hasta que casi por azar le ofrecieron hace un par de años un hotel de cinco estrellas del paseo de la Castellana, en Madrid. La operación no fructificó pero vio que había activos interesantes en España y se lanzó a invertir. "Está convencido de que España es un destino turístico de primer nivel y lo va a seguir siendo. Además, piensa que España siempre se va a beneficiar de la inestabilidad política de otros países del Mediterráneo", comentan en su entorno.
"Nunca vende. Es un inversor a largo plazo", aseguran de íél. En España ha hecho negocios con Joan Gaspart, presidente de Husa y expresidente del FC Barcelona, que gestiona los inmuebles que ha comprado Boutros en Madrid y Barcelona, y la familia Escarrer, ya que Sol Meliá explota el antiguo Hilton de Valencia. "Tiene a España como un mercado bueno para invertir. Ha hecho una gran inversión en el Husa Princesa y con nosotros en el Florida y Miramar en Barcelona y está mirando otras operaciones importantes", ha comentado Gaspart.
Los que trabajan con íél aseguran que es difícil seguirle el ritmo. Viene a España con frecuencia, unas veces en avión privado y otras en línea regular, encadena reuniones con bancos y propietarios y en el mismo día regresa a París, donde reside. Pero no da pie a que estos encuentros se alarguen. "Las reuniones duran 15 minutos o 30 a lo sumo. Va al grano", explican. Si algo no le gusta es que le hagan perder el tiempo, algo que sucede por ejemplo cuando un propietario quiere venderle un activo pero no le dice el precio. Habla inglíés, francíés, árabe y "solo un poco" de castellano. Casi siempre lleva un puro en la mano, muchas veces apagado, y tres telíéfonos móviles (uno del país en que está, otro que da y otro cuyo número no revela a nadie).
Siempre coge el telíéfono, independientemente de quiíén llame y de lo que estíé haciendo. En medio de una firma de una operación, ante el notario y representantes de las partes implicadas, ha descolgado el móvil y comenzado a hablar en árabe ante la cara de póquer de una veintena de presentes. O se ha entretenido durante la lectura del contrato por parte del notario, al no entender nada de español, leyendo en el portátil las últimas noticias sobre Líbano. No responde a los correos electrónicos. Boutros tiene un hermano gemelo y otro menor que vive en Estados Unidos, adonde viaja con frecuencia para reunirse con íél.
Boutros es católico y come y le gusta el jamón ibíérico. Tiene fama de negociador duro, de apretar mucho en el precio en las operaciones y de tener en la cabeza todos los detalles de la transacción. O tiene una fe ciega en España o mucho dinero para no importarle equivocarse, ya que el Hilton de Valencia lo ha comprado por 50 millones despuíés de visitar el hotel (el rascacielos más alto de la ciudad) en dos ocasiones solamente. Lo vio, le gustó, apretó en la negociación y lo consiguió a mitad de precio. Dicen que llega a adquirir edificios tras verlos solo en fotografías. Alguno de los activos que ha comprado en España estaban enredados en una maraña de litigios, por lo que ha echado mano de los abogados de Uría Meníéndez para deshacer embrollos.
¿Quíé hace Boutros cuando no trabaja? "Trabajar"; dicen de este hombre que no es aficionado a las vacaciones. Sí lo es al pilotaje de aviones. Tiene licencia de piloto aunque no puede llevar pasaje y ha de ir acompañado por un copiloto. Este hobby no le resta tiempo para su principal afición, que es la de coleccionar edificios.