La incertidumbre regulatoria ha terminado por dar al traste con algunos de los últimos proyectos fotovoltaicos que habían tomado cuerpo durante 2010. Uno de ellos estaba liderado por Banca March, que había en la primavera del año pasado levantó entre sus clientes más destacados (incluida la propia familia March) un fondo de 140 millones para invertir en huertos solares, con los que tenía previsto comprar hasta un total de 30 megawatios.
A pesar de tener prácticamente cerrado el fondo, los responsables de Banca March han decidido cancelar el proyecto y devolver el dinero a los inversores antes de seguir adelante con las primeras inversiones. Los números no son los mismos despuíés de que el Gobierno modificara el pasado mes de diciembre las condiciones para invertir en el sector fotovoltaico, despuíés del recorte de las primas y de la limitación de las horas de producción de los huertos solares.
Desde Banca March reconocen que la decisión se debe a la incertidumbre existente en el sector. El riesgo regulatorio les ha obligado a desistir del plan inicial. “Los primeros que tenemos que estar convencidos somos nosotros mismosâ€, explican desde la entidad. “No podemos hacer nada con los clientes en lo que no creamos y el sector fotovoltaico no garantiza el marco de seguridad necesario para invertir el dinero de nuestros clientesâ€.
Otra casa con intereses en el sector fotovoltaico es Deutsche Bank. La entidad alemana está levantando un fondo entre sus clientes de banca privada para invertir en huertos solares. Pero será para hacerlo en el extranjero. La oportunidad de hacerlo en España ya ha pasado. Para este plan, el banco se ha asociado con Hudson Clean Energy, el fondo estadounidense que entró en España con la compra del proyecto impulsado por Pedro Barriuso (ex Iberdrola).
Otra de las entidades que tiene en marcha un proyecto de energías renovables es Bancaja. La entidad valenciana, en proceso de integración en Bankia, está revaluando la filosofía de Ener Growth, un fondo de capital riesgo de hasta 100 millones con el que pretendía comprar activos o participaciones en sociedades, tanto eólicos como fotovoltaicos y termosolares, que tenía encomendado a Pedro Mielgo, actual asesor de Morgan Stanley para su fondo de infraestructuras.
La fuga de inversores en el sector fotovoltaico ha sido algo habitual cada vez que el ministerio de Industria ha modificado las condiciones de las primas a la producción. Ocurre desde 2008, año en el que Miguel Sebastián introdujo por primera vez rebajas en para la floreciente industria de los huertos solares, cambios que afectaron en primer lugar a los fabricantes de paneles, como Siliken o T-Solar, cuyos planes para salir a bolsa terminaron truncados.
Desde entonces, las modificaciones legales han ido sucediíéndose hasta llegar a 2010, año en el que todas las partes con intereses en la industria de las renovables han protestado ante Industria. Esta deriva ha terminado llegando a Bruselas, como evidencia la carta que los comisarios europeos de Energía y Acción por el Clima remitieron el pasado mes de febrero a Sebastián para recordarle la importancia de “mantener una política energíética estable y previsible