El presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, encendió las alarmas la semana pasada adelantando una posible subida de tipos de interíés el próximo mes. Por su parte, su homólogo estadounidense, Ben Bernanke, no tiene pinta de querer endurecer la política monetaria por el momento.
De hecho, los analistas no esperan movimientos en este sentido por parte de la Reserva Federal hasta bien entrado 2012. Una vez más, la divergencia entre los dos bancos centrales se hace patente. Y es que cuando estalló la crisis, Trichet se resistió a bajar los tipos de manera abrupta mientras que a Bernanke no le tembló la mano para dejarlos a cero en diciembre de 2008.
Pero, ¿quíé va a pasar si Europa comienza a desandar el camino recorrido estos últimos tres años, cuándo además la crisis de deuda está lejos de haberse solucionado? Este pasado fin de semana, el economista más mediático, Nouriel Roubini, alertaba que la subida de tipos en abril sería “un errorâ€, y que ello supondría aumentar las diferencias entre los países que ya registran mayores tasas de crecimiento y los perifíéricos.
De esta manera, el discurso del BCE se transformó en caídas para los mercados, especialmente para aquellos que se encuentran en la cuerda floja. Concretamente, el Ibex fue uno de los más castigados del Viejo Continente y acabó perdiendo en la semana un 3% y, con ello, los 10.500 puntos.
En general, existe la creencia de que un endurecimiento de las políticas monetarias es perjudicial para la bolsa. La teoría defiende que si los tipos de interíés suben, los beneficios estimados para cualquier compañía en el futuro valen menos a día de hoy.
No obstante, si se echa la vista atrás, la correlación de los mercados con las subidas de tipos de interíés en Estados Unidos tira abajo esta hipótesis. Según publica Rankia, desde 1957 en los periodos de encarecimiento del precio del dinero la curva del Standard & Poor´s 500 seguía la misma trayectoria. Sólo entre 1971 y 1974, coincidiendo con la primera crisis del petróleo, esta tendencia no se cumplió.
Lo mismo ha ocurrido desde que la quiebra de Lehman Brothers y el colapso financiero obligó a los reguladores a dejar tipos en mínimos históricos. De hecho, el gráfico muestra que, al igual que en 1971, en el momento en el que se ha adoptado políticas monetarias laxas, el Standard & Poor´s 500 ha subido con fuerza. La cuestión está en ver si, como en aquel entonces, los mercados empiezan a bajar al ritmo del encarecimiento del dinero.
“Yo soy optimista para las bolsasâ€, asegura a Cotizalia Josíé Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citigroup. “Creo que a diferencia de los setenta, la escalada de los precios del crudo no va a deprimir el crecimiento mundial o, al menos, no de una forma contundenteâ€.
Según argumenta el analista, el 60% de la demanda mundial está en manos de países emergentes que pueden absorber la escalada de los precios del crudo, en el caso de los asiáticos, o pueden compensarlo con nuevo gasto, como los exportadores.
Sin embrago, “los países desarrollados sí pueden verse perjudicados por la combinación de precios del crudo y otras materias primas al alza con tensiones limitadas de los tipos de interíésâ€, afirma Campuzano. A pesar de ello, “el comercio seguirá muy dinámico y la demanda internacional puede seguir compensando la debilidad de la demanda domíésticaâ€, defiende.
En conclusión, “las bolsas lo pueden hacer bien, pero no así los mercados de deuda a plazoâ€, asegura. “A muy corto plazo, ha crecido la incertidumbre con varios focos de atención entre geopolítica, Europa y tipos de interíés. Esto puede ser coherente con una mayor volatilidad e incluso caídas de las bolsas. Cuestión de semanas o del segundo trimestre como muchoâ€, concluye.